¿De dónde viene la moralidad?

por Dr. Elizabeth Mitchell
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El prominente Primatólogo Frans de Waal del Centro de Primates Yerkes ha compartido, sobre la base de sus observaciones en primates, con el mundo su respuesta a la pregunta: "¿De dónde viene la moralidad?" De Waal es ateo, pero no le importa si otras personas se aferran a ideas religiosas porque cree que los rituales religiosos fortalecen los lazos comunitarios. Su libro, El bonobo y el ateo, afirma que la moralidad evolucionó como los humanos evolucionaron. Sostiene, además, que los seres humanos finalmente inventaron la religión para codificar un modelo para el comportamiento moral.

Bonobo

Este bonobo, aunque no es un agente moral, según el primatólogo ateo Frans de Waal, posee las semillas de la moralidad que evolucionaron en nuestros antepasados para crear un sentido moral en los seres humanos. Imagen: ABC News.

De Waal, al observar los chimpancés y los bonobos durante años, dice que muestran empatía, equidad, altruismo, dolor y culpa. De Waal escribe: "Algunos dicen que los animales son lo que son, mientras que nuestra propia especie sigue ideales, pero se ha demostrado que esto es una equivocación. No porque no tengamos ideales, sino porque otras especies los tienen también". Así, en el enfoque usual tomado por los evolucionistas para explicar las similitudes biológicas, se afirma que los diseños comunes son evidencia de la evolución en vez de un Diseñador común. Por lo tanto, de Waal cree que los simios poseen los "bloques de construcción básicos" para la moralidad, esas "semillas de la moralidad", que florecieron en el ser humano que evolucionó a partir de ancestros simiescos.

De Waal no afirma que los chimpancés son en realidad morales, ya que a menudo son extremadamente violentos entre sí y con los seres humanos. Ellos "están dispuestos a matar a sus rivales." Y a veces matan sereshumanos, o les muerden la cara." Por lo tanto él es "reluctante a llamar a un chimpancé un" ser moral."" Parece, por otra parte, admirar más la "moral" del bonobo que convierte, con frecuencia, la postura bélica en una fiesta orgiástica.

Sin embargo, él escribe: "Hay poca evidencia de que otros animales juzgan la idoneidad de las acciones que no los afectan directamente . En su comportamiento, reconocemos los mismos valores que perseguimos nosotros mismos. Tomo estos rastros de preocupación de la comunidad como una señal de que los bloques de construcción de la moral son más antiguos que la humanidad, y no necesitamos de Dios para explicar cómo llegamos a donde estamos hoy. "Nótese aquí que De Waal está considerando a los seres humanos como animales también, justo el tipo sensible que puede juzgar la idoneidad de lo que hacen. Este error: la opinión de que los seres humanos no son nada más que animales altamente evolucionados, es la raíz de la posición errónea de De Waal.

Por lo general, los evolucionistas creen que el hecho de que existimos es una prueba autoevidente que provenimos de antepasados simples a través de un largo proceso de evolución de moléculas a hombre.

Del mismo modo, el hecho de que los seres humanos tengan un sentido de juicio moral y normas de comportamiento moral se toma como evidencia prima facie de que dicha moral es también un producto de la evolución.

La cuestión para el evolucionista no es "si" la evolución ocurrió, sino rastrear sus pasos. Por lo tanto, como ateo y evolucionista, de Waal está reflexionando sobre lo que vino primero, la moral o la creencia en Dios. Pero nunca considera la posibilidad de que un Creador real haya creado la moralidad y la vida, y todo lo que es.

Debido a que los monos a veces exhiben un comportamiento que se podría interpretar como culpa o la vergüenza, De Waal concluye que la moralidad humana proviene desde adentro y que en algún lugar a lo largo de nuestro camino evolutivo evolucionamos una tendencia religiosa con el fin de aplicar efectivamente ese sentido moral con el afán de regular la sociedad. De Waal afirma, "La ley moral no se impone desde arriba o deriva de principios bien razonados; sino que surge de los valores arraigados que han estado allí desde el principio de los tiempos”.

Pues bien, esos "valores arraigados" han estado presentes en los seres humanos desde que Dios creó a nuestros primeros padres hace alrededor de 6000 años, pero no porque la moralidad haya evolucionado. Por el contrario, Dios creó a Adán y a Eva a su imagen, por eso, tanto con una comprensión de lo que era bueno como con la elección de obedecer a su Creador o rebelarse contra Él. Los seres humanos no han perdido ese sentido de lo correcto y lo incorrecto, y solemos llamar ese sentido conciencia. Romanos (2) explica cómo las normas morales que las personas tienden a imponer a los demás demuestra que tienen un concepto del bien y el mal de lo cual son responsables, y que la norma moral proviene de la ley de Dios expresada en los Diez Mandamientos, en Éxodo 20 y escrita en cada corazón humano (Romanos 2:14-16). Pero nuestra propensión a ignorar nuestra conciencia y el pecado deja nuestro sentido moral, nuestra conciencia, estropeada, a veces incluso cauterizada (1 Timoteo 4:2). Romanos 1:18-28 indica cómo el proceso de rebelión pecaminosa endurece los corazones de las personas contra la moral piadosa.

Nuestra naturaleza pecaminosa y nuestra empañada percepción del bien y del mal hacen de nuestra conciencia una guía imperfecta a la moralidad. Por lo tanto, necesitamos la palabra de Dios para conocer verdaderamente la norma autoritativa de Dios, por la cual cada una de nuestras conciencias es juzgada. Como nuestro Creador, únicamente Dios tiene esa autoridad moral.

Los seres humanos tienen una gran tendencia de antropomorfizar el comportamiento animal interpretando las acciones de los animales de acuerdo con nuestros pensamientos humanos. Pero los animales no son humanos, como reconoce De Waal. Ellos, en realidad, no juzgan, de manera abstracta, la pertinencia de sus acciones. Si la naturaleza de los animales o el condicionamiento impuesto por la interacción con los seres humanos o los animales produce conductas que podemos etiquetar en términos humanos, debemos recordar que las interpretaciones abstractas son sólo nuestras y no demuestra nada del estatus moral de los animales. Tampoco esos comportamientos animales que imitan la moral prueban nada acerca de nuestros orígenes morales. Si queremos saber por qué tenemos una conciencia, un sentido moral, entonces sólo tenemos que mirar el relato de un testigo de nuestros orígenes proporcionados por nuestro Creador. Y si queremos saber si existe un estándar universal de la moralidad, debemos entender que el Creador de todas las personas nos proporciona un único criterio de norma de autoridad moral en la biblia (Miqueas 6:8). Ya que cada uno de nosotros falla en cumplir esa norma moral perfecta que Dios exige, Dios ha hecho disponible el perdón por nuestros pecados a través del sacrificio de Jesucristo.

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