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Gracias te damos, oh Dios, gracias te damos,
Pues cercano está tu nombre;
Los hombres cuentan tus maravillas. (Salmo 75:1)
¡Las obras maravillosas de Dios son ciertamente declaradas en las últimas semanas del embarazo! Después de 38 semanas de vida, el bebé está a término completo. Un obstetra lo llamaría 40 semanas de edad gestacional. Aunque algunas mujeres se demoran más en dar a luz, esta es considerada la última semana de embarazo. Durante las semanas anteriores, tanto el cuerpo del bebé como el de la madre se preparan para el proceso de nacimiento. Estos cambios están tan entrelazados que ¡sería imposible que fueran desarrollos al azar de un proceso evolutivo! Sin lugar a dudas el embarazo durante las últimas semanas es una gran evidencia de un Creador sabio.
Durante las semanas 38 a la 40, las tres uniones de la pelvis de la madre se aflojan, causando expansión para que el bebé pueda pasar más fácilmente durante el parto.1 A medida que sus niveles hormonales cambian, la cérvix de la madre frecuentemente se ablanda y se empieza a dilatar en preparación para el nacimiento del bebé. Las paredes del útero son también afectadas por cambios hormonales. Algunas mujeres tienen contracciones de Braxton Hicks, las cuales son también conocidas como “trabajo de parto falso”, aunque otras las tienen aún más temprano.
El bebé también está creciendo y cambiando en preparación para el parto. Los bebés ganan peso rápidamente durante esta etapa, ¡ganando un promedio de cuatro onzas al día! El bebé promedio durante estas semanas pesa entre seis y ocho libras y mide de 46 a 56 cm de alto.2 A medida que la pelvis de la madre se afloja, el bebé usualmente “cae” y se posiciona con la cabeza hacia abajo, poniendo presión adicional en la cérvix en relajación de la madre. La cérvix se expandirá hasta 10 cm cuando la madre esté en trabajo de parto y lista para que nazca el bebé.
Durante el embarazo, la placenta, con la ayuda del cuerpo de la madre, desempeña las funciones de los pulmones, los riñones, el sistema digestivo, el hígado y el sistema inmunológico, dándole al bebé tiempo de crecer y desarrollarse.3 La placenta es un órgano muy complejo, que no permite mezclar la sangre de la madre con la sangre del bebé. Sin embargo, los nutrientes son pasados de la madre al bebé. La placenta hace todo esto y también protege al bebé de ataques del sistema inmunológico de la madre. La sangre de la madre fluye a través de la placenta a un ritmo de 16 onzas por minuto.4
Después de que el bebé ha nacido, la placenta ya no es necesaria. ¡Lo que sigue después es realmente asombroso!
Cuando el útero se contrae para expulsar la placenta después del nacimiento del bebé, parte de la superficie endometrial es desgarrada con ella. Esto resulta en la rotura de cerca de 20 arterias uterinas grandes lo cual, sin control, implicaría la pérdida de sangre a un ritmo de 16 onzas por minuto. Al haber menos de cuatro litros de sangre en el cuerpo de una mujer adulta, toda la sangre se perdería en 10 minutos.5
¿Cómo sobrevive una madre a esto? Dios diseñó las arterias uterinas cortadas con un “esfínter muscular posicionado con precisión que actúa como una cuerda de cierre de bolsa o una pinza hemostática de un cirujano, para sellar la pérdida de sangre”.6 ¡Durante el parto, la madre solamente pierde un promedio de 12 onzas de sangre!
Después de nacer, el cuerpo del bebé experimenta algunos cambios significativos para sobrevivir sin la ayuda de la placenta. Mientras estaba todavía en el vientre, la sangre fluía a través del corazón y el cuerpo del bebé, pasando por alto los pulmones. Sin embargo, después de que el bebé nace, el atajo entre las aurículas izquierda y derecha se cierra, permitiendo que la sangre viaje a los pulmones.7 ¡Los sistemas sanguíneo y linfático del bebé remueven fluido de los pulmones, reemplazándolo con oxígeno, y el bebé toma su primera respiración!8
Estos cambios de desarrollo complejos y milagrosos de la madre y el bebé al final del embarazo no podrían en absoluto resultar de la evolución y de millones de años. ¿Cómo podrían una madre y su bebé sobrevivir a cualquier paso intermedio? ¡Estos sistemas intrincados son evidencia de un Creador sabio! Inclusive en nuestro mundo maldecido por el pecado, en donde las cosas no resultan como se espera y planea durante el embarazo, la muerte y el sufrimiento pueden también recordarnos de las maravillas de la creación de Dios. ¿Cómo es esto posible?
Mientras yo he experimentado el gozo de dar a luz, también he tenido tres abortos no provocados durante el curso de varios años. Fue muy duro para mi entender como podría aún ver las obras maravillosas de Dios en la muerte, el dolor, y la pérdida, inclusive en medio de los niños a los que yo pude dar a luz. Esto también era verdad mientras yo padecía de anemia después de que mi hija menor nació. ¿Cómo puede Dios ser bueno cuando pasan cosas malas? Pero la Biblia está llena de las promesas de Dios. 2 Corintios 5:7 me hizo recordar que debo “caminar por fe y no por vista”. Romanos 8:28 me dio ánimo al saber que “todas las cosas les ayudan a bien a los que aman a Dios”. Esto es verdad así yo lo entienda o no.
¿Ama usted a Dios? ¿Tiene una relación con Él que le da la seguridad que todo va funcionar para bien en su vida, inclusive cuando usted no entiende cómo puede ser posible que eso pase? Tal y como el proceso físico del nacimiento trae vida, ¡el proceso de nacimiento espiritual también lo hace! En Juan 3:3, Jesús le dijo a Nicodemo, el fariseo, que “el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”. Nicodemo estaba aparentemente completamente confuso con respecto al nacimiento espiritual y cómo esto arreglaría su separación de Dios.
Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? (Juan 3:4)
Jesús contestó explicando “que lo que es nacido de la carne, carne es, y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”. Él prosiguió a explicar en este capítulo, que la cura para el pecado y la muerte es el nacimiento espiritual.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. (Juan 3:16)
La muerte y el sufrimiento son avisos constantes de que nuestro mundo está quebrantado por el pecado. ¡Sin embargo, Jesús ha provisto sanación de la maldición del pecado a través de su oferta del nacimiento espiritual! ¡Esto ciertamente proclama sus obras maravillosas!
A medida que recordamos el desarrollo intrincado tanto del bebé como de la madre durante las 38 a 40 semanas de embarazo en preparación para el nacimiento físico, ¡no se olvide de pensar también en el nacimiento espiritual! ¡Y siempre recuerde que las obras maravillosas de Dios declaran Su nombre en el mundo a nuestro alrededor!
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