Originally published in Creation 17, no 1 (December 1994): 14-17.
Los ÓPALOS han fascinado a las personas por siglos. Ya en el primer
siglo d.C. Roman Pliny escribió sobre los ópalos:
«En ellos puede verse el fuego viviente del rubí, el púrpura
glorioso de la amatista, el verde mar de la esmeralda, todos reluciendo juntos
en una increíble mezcla de luces».
Marco Antonio los amaba, y se cree que asaltó a un senador para obtener uno particularmente bello. Napoleón obsequió a Josefina con «El incendio de Troya», un magnífico ejemplar rojo. Shakespeare los llamó «ese milagro y reina de las gemas», y la reina Victoria de Gran Bretaña hizo de los nuevos descubrimientos de la lejana Australia una necesidad de moda.
Valorados por sus vívidos matices, los renombrados y preciosos ópalos de Australia rigen el precio minorista, desde US$5 a $3.000 el quilate, según su calidad. Los ópalos más finos se han vuelto más caros que muchas otras piedras preciosas, y Australia es la responsable de prácticamente todo el abastecimiento mundial (únicamente México es otro productor importante). Coober Pedy, junto con Andamooka y Mintabie, todas en Australia del Sur, son las responsables de, aproximadamente, el 70% de la producción mundial total. Sin embargo, desde 1988 el valor de la producción de Lightning Ridge (Cerro Relámpago), en Nueva Gales del Sur, con sus famosos y calificados ópalos negros, ha dejado atrás a los campos de Australia del Sur.
Se dice que los ópalos se formaron hace millones de años (30 millones de años en Coober Pedy), aunque se cree que todas las rocas en las que estos se encuentran tienen más de 65-70 millones de años de antigüedad. Sorprendente como pueda parecer, los componentes del ópalo son materiales comunes. El agua de la tierra, arrastrando sílice diluido (similar al de los vidrios de las ventanas), pasó a través de capas de arena y gravilla, donde las partículas de sílice se depositaron en grietas. A medida que el agua se evaporaba, las partículas de sílice se «cementaban» juntas hasta formar el ópalo. La luz girando sobre el sílice produce la variedad de relucientes colores.
Aún los fósiles encontrados en las rocas que albergan a los ópalos no escapan al filtrado de las aguas subterráneas ricas en sílice. Ocasionalmente huesos, conchas marinas y vainas de semillas se encuentran fosilizadas al haberse transformado en ópalos. Quizás el ejemplo más famoso de los últimos años sea «Eric», el pleosaurio (un reptil marino), que ha sido objeto de una colecta de fondos por parte de las más destacadas organizaciones públicas para el Museo Australiano de Sidney, a fin de adquirir estos huesos opalizados de la mina Coober Pedy, que los halló en 1987. Se cree que «Eric» tiene cerca de 100 millones de años de antigüedad. La mayoría de la gente no se sorprende al oír hablar de periodos de tiempo tan largos, dada la casi universal percepción/adoctrinamiento de que los procesos geológicos son casi siempre lentos y graduales, los ópalos deben de haber necesitado mucho tiempo para formarse en la tierra.
«No es así», dice Len Cram, un científico de Lightning Ridge que obtuvo su doctorado por su investigación sobre los ópalos.
Cristiano comprometido, Len ha descubierto el secreto que le permite actualmente cultivar ópalos en frascos de vidrio, en su laboratorio revestido de madera, ¡el proceso es solamente cuestión de semanas! (Ver: Andrew A. Snelling: «¡Cultivando ópalos estilo australiano!», revista Creación, Vol. 12 No. 1, 1989, pp. 10-15). Los ópalos hechos por Len son tan buenos que aún los experimentados mineros de la mina Lightning Ridge no pueden diferenciarlos de los ópalos encontrados en la tierra. También los científicos de la australiana CSIRO (Organización Nacional para la Investigación Científica e Industrial-ONICI) no pueden distinguir los ópalos de Len de los ópalos naturales, aún bajo el microscopio electrónico - ¡se ven idénticos!.
No, Len no está a punto de revelar la fórmula e inundar al mundo con ópalos hechos por el hombre. Su inquietud ha sido siempre descubrir cómo se forman los ópalos, y desacreditar las teorías geológicas uniformitarianas (todo proceso geológico es lento y gradual). Él cree que los ópalos tardaron sólo unos pocos meses en formarse, dentro de las proporciones apropiadas de capas de espeso sedimento depositadas catastróficamente durante el Diluvio de Noé, y sus experimentos demuestran innegablemente que esto es factible.
Todo lo que se requiere es un electrolito (una solución química
conductora de electricidad), una fuente de sílice y agua y algo de
alúmina y feldespato. El ingrediente básico en la receta de
Len es un químico llamado tetraetilosilicato (TEOS, abreviado) que
es una molécula orgánica que contiene sílice. La cantidad
de alúmina que se transforma en óxido de aluminio determina
la dureza del ópalo.
El proceso de formación del ópalo es un intercambio de iones,
un proceso químico que implica la construcción de la estructura
del ópalo ion por ion (un ion es un átomo cargado de electricidad
o un grupo de átomos [molécula]). El proceso comienza en un
punto y se expande hasta que todos los ingredientes críticos, en este
caso el electrolito, son utilizados. En cuestión de semanas desde esta
formación inicial, los nuevos ópalos en formación tienen
hermosos diseños de colores, pero todavía tienen mucha agua
dentro. Lentamente, a través de los meses, tienen lugar cambios químicos
adicionales, y el gel de sílice se consolida a medida que el agua es
«exprimida» fuera.
Len ahora puede «cultivar» ópalos en el polvo natural de ópalo de Lightning Ridge, la gravilla arenosa dentro de la cual los ópalos naturales se encuentran. Una vez que el electrolito se mezcla dentro del polvo de ópalo, el color comienza a formarse en los siguientes 4 o 6 días. Hay vetas de ópalo creciendo actualmente, idénticos en tamaño y forma a los hallados en la tierra, algunos coloridos y otros no, en un proceso que dura alrededor de tres meses. Por lo tanto, la veta de ópalo no es necesariamente un depósito sedimentario en grietas previamente existentes en el polvo o barro de ópalo. Mas bien, la reacción química que «crea» al ópalo hace la veta del polvo de ópalo mismo, donde no existía previamente ninguna grieta o veta. Len dice que este logro es «primicia mundial», y que la viscosidad juega, evidentemente, un papel muy importante en este crucial proceso de intercambio de iones.
Los experimentos de Len no sólo proveen una explicación de cómo se forman los ópalos, sino que los cortos periodos de tiempo (cuestión de años) son consistentes con el marco bíblico y puede realmente dar una explicación para las observaciones de campo de los ópalos naturales en las rocas que los albergan. Además, esto significa que estos cortos periodos de tiempo también son aplicables al proceso de fosilización. Los huesos del pleosaurio «Eric» (por ejemplo) no necesitaron miles o millones de años para fosilizarse. La explicación más probable de su preservación vía la opalización es, por consiguiente, el mismo proceso de reemplazo (intercambio de iones) que Len ha demostrado tan gráficamente en sus frascos de vidrio, y esto sólo duró entre meses y años.
Por lo tanto los cuentos evolucionistas de la formación de ópalos y la fosilización lenta a través de miles y millones de años, deben ser reescritos. Puesto que los pleosaurios y otras criaturas necesitaron ser enterrados catastróficamente, para asegurar su subsecuente fosilización, las capas (o estratos) que albergan los ópalos y los huesos fosilizados tienen más explicación por su deposición catastrófica, durante el diluvio global. Los procesos químicos comenzaron entonces a formar los ópalos en las capas de rocas y a opalizar los huesos en los meses y años posteriores al diluvio.
Hoy podemos admirar y disfrutar la belleza y el fuego de estos preciosos y deslumbrantes ópalos y huesos opalizados. Pero cuando nos damos cuenta, por las investigaciones basadas en las presuposiciones creacionistas, que su formación es el resultado de un juicio catastrófico, recordamos a nuestro Creador que fue juzgado y murió para nuestro beneficio, para transformar nuevamente suciedad en belleza.
Andrew A. Snelling
B.Sc.(Hans), Ph.D. (Geología)
El Dr. Snelling es geólogo y ha estado involucrado en un trabajo de
consulta para una compañía minera australiana y para agencias
de investigación del gobierno australiano.