La prestigiosa revista internacional de ciencia National Geographic mencionó al Museo de Creación en su edición de marzo de 2015, aunque no de una manera halagadora. El artículo, “La era de la incredulidad”, se queja de que “el escepticismo por la ciencia está aumentando y la divergencia es el plato del día”. ¿Qué está causando que personas razonables duden la razón? Aunque este artículo se mofa de aquellos que no aceptan las interpretaciones científicas convencionales, incluida la evolución biológica, lo que realmente demuestra es que ¡Respuestas en Génesis y el Museo de Creación están captando la suficiente atención como para ponernos en una publicación internacional! Pero, ¿qué tan precisas son las afirmaciones hechas en este artículo?
National Geographic envió a un fotógrafo de talla mundial por dos días al Museo de Creación para tomar fotos de nuestras exhibiciones. Para la edición impresa de la revista, sólo se utilizó una de estas fotos. Bajo esta brillante foto a toda plana de una de nuestras exhibiciones del jardín del Edén, dice lo siguiente:
En el Museo de Creación en Petersburg, Kentucky, Adán y Eva comparten el Paraíso con un dinosaurio. Los creacionistas de tierra joven creen que el planeta fue creado con adultos humanos completamente funcionales hace menos de 10 000 años. La ciencia sostiene que la Tierra tiene 4,6 miles de millones de años, toda vida evolucionó a partir de microbios, y que los humanos modernos surgieron por primera vez hace 200 000 años, 65 millones de años después de que los dinosaurios murieran.1
El artículo parece presentar el debate como la ciencia versus una creencia infundada. Pero el debate no es sobre la ciencia versus una creencia, ¡se trata de una interpretación de la evidencia versus otra interpretación! El artículo en sí mismo da a entender esto más adelante cuando cita al editor del periódico Science: “La ciencia no es un cuerpo de hechos... La ciencia es un método para decidir si lo que decidimos creer tiene una base en las leyes de la naturaleza o no” (40). La mayoría de las personas ve la ciencia simplemente como un conjunto de hechos que sólo pueden llegar a una conclusión. Pero esto simplemente no es verdad. Cuando se habla de ciencia, usualmente nos referimos a un método de observación de los datos y la extracción de una conclusión a partir de ello. En ocasiones esta conclusión es directa y bastante obvia. Pero las presuposiciones del investigador pueden determinar cómo interpreta la evidencia, particularmente cuando intenta comprender cómo sucedieron las cosas en el pasado. De hecho, esto es debido a que hay dos clases distintas de ciencia.
La ciencia puede ser o bien observacional o histórica. La ciencia observacional tiene que ver con el presente e implica el uso del método científico en el cual un proceso o condición se puede probar, observar y replicar. Es la ciencia observacional la que llevó al hombre a la luna, desarrolló vacunas, e hizo posible las computadoras y celulares. Por su parte, la ciencia histórica tiene que ver con el pasado, cosas como el origen de la vida y la edad del universo. Debido a que el pasado está ahora en el pasado no podemos probar, observar o replicar directamente lo que sucedió. Sólo se puede observar aquello que se tiene en el presente. Así que, lo que usted cree acerca del pasado hace una gran diferencia en cómo interpreta la evidencia en el presente mediante la ciencia histórica. La evidencia no habla por sí misma; debe ser interpretada.
Sólo hay dos puntos de vista del pasado: las ideas del hombre y la Palabra de Dios. Los científicos secularistas y, tristemente, incluso muchos científicos cristianos, comienzan con las ideas del hombre acerca del pasado. La versión más popular de las ideas del hombre acerca del pasado es la evolución que trata de millones de años. Esta historia evolutiva comienza con la teoría del Big Bang, que llevó a la evolución de estrellas y planetas, continúa mediante la evolución de la Tierra misma, y conlleva a la evolución biológica de la vida en la Tierra. Esta historia fue escrita por científicos falibles, quienes no estaban ahí cuando ocurrieron todos estos sucesos, intentando comprender lo que sucedió en el pasado. Pero la Biblia contiene un recuento completamente distinto de la historia. Según la Biblia, Dios creó el universo entero, incluso la Tierra y la vida en ella, completamente formado y funcionando en seis días literales de 24 horas hace apróximadamente 6 000 años. Este mundo original fue destruido por un diluvio global hace alrededor de 4 350 años debido a la maldad del hombre. Debido a que tanto creacionistas bíblicos como evolucionistas comenzaron con ideas distintas sobre el pasado, llegarán a conclusiones completamente diferentes cuando examinen la evidencia. Esta idea es confirmada por Dan Kahan, investigador de Yale, quien es citado en el artículo mencionando que las personas “usan conocimiento científico para ratificar sus creencias que ya han sido moldeadas por su cosmovisión” (44). Esto es tan cierto en los científicos como en el público en general.
Este artículo demuestra la importancia de cosmovisión en la ciencia en una discusión sobre el cambio climático. Achenbach, el autor del artículo, afirma que el cambio climático drástico y potencialmente devastador hecho por el hombre es una realidad pero que mucha gente lo niega. También escribe en su artículo que “a los científicos les gusta desacreditarse entre sí”, pero luego se queja de que, en cuanto al cambio climático “los medios de comunicación prestan demasiada atención a disidentes, detractores, controversialistas profesionales y llamadores de atención” (41). Muchos de estos “disidentes” son científicos que simplemente están siguiendo el proceso científico de falsificación. ¿No debería permitirseles mostrar su investigación sin ser calificados como “disidentes” por el solo hecho de no estar de acuerdo con las afirmaciones radicales de algunos científicos que apoyan el cambio climático y líderes del gobierno? Él está siendo hipócrita en su opinión de que los científicos pueden y deberían continuar haciendo investigación y desacreditándose entre sí, pero que no pueden hacer esto si va en contra de lo que Achenbach acepta como verdad. La razón de su contradicción es debido a que la batalla no sólo es por la evidencia, sino ¡por la interpretación de la evidencia!
Ahora, los creacionistas no niegan los cambios climáticos, pero debido a que comenzamos con una imagen completamente diferente del pasado de la Tierra, llegamos a una conclusión completamente distinta sobre las causas, severidad, y peligros del cambio climático.
Achenbach sigue diciendo que, “Los resultados científicos siempre son provisionales, susceptibles de ser anulados por algún experimento futuro, u observación. Los científicos casi nunca proclaman una verdad absoluta o una certeza absoluta. La incertidumbre es inevitable en las fronteras del conocimiento” (41) y “los científicos pueden ser tan dogmáticos como cualquier otro, pero su dogma siempre está marchitándose en el cálido resplandor de nueva investigación. En la ciencia no es pecado cambiar de opinión cuando la evidencia lo exige”. (47). Esto es generalmente verdad, a menos que, obviamente, estés anulando los principios fundamentales de la evolución biológica o la interpretación de millones de años en capas de roca. El artículo afirma, “... la evolución en realidad sucedió. La biología es incomprensible sin ella. No hay dos lados de todos estos asuntos” (47). Lo que dicen Achenbach y muchos científicos seculares es que si cuestionas la evolución o las largas edades, entonces no eres científico, no importan tus credenciales o la calidad de tu investigación.
Esto resalta que el debate entre creación versus evolución no se trata de la evidencia. Es una batalla sobre dos cosmovisiones que difieren. La cosmovisión predominante en la comunidad científica es la del naturalismo y el materialismo, sólo explicaciones naturales que implican materia y energía se pueden aceptar como verdad. Muchos científicos rechazan rotundamente cualquier interpretación de la evidencia que no encaje con sus creencias naturalistas, creencias defendidas con fervor religioso. Debido a que sus presuposiciones naturalistas desacreditan automáticamente cualquier interpretación sobrenatural de la evidencia de acontecimientos como el origen de la vida, ellos desprecian la explicación bíblica sobre tales acontecimientos del pasado. La ciencia no es una empresa imparcial. Lo que creas acerca del pasado, sea que empieces con la palabra humana o la Palabra de Dios, determina cómo interpretas la evidencia.
Por último, sólo hay dos cosmovisiones. Así que, ¿cuál cosmovisión, las ideas del hombre o la Palabra de Dios, explica mejor lo que vemos en el mundo a nuestro alrededor? ¡Ciertamente la Palabra de Dios! De hecho, para que cualquiera pueda hacer ciencia, la Biblia debe ser verdad. ¡Sin la Biblia no es ni siquiera posible hacer ciencia! Lo cierto es que, para hacer ciencia se debe asumir que el universo es lógico y ordenado y que las leyes de la naturaleza y la lógica operarán de la misma manera mañana como lo hacen hoy. Pero en un universo completamente material y sin propósito (como lo proponen los evolucionistas) ¿por qué debería haber algún orden y por qué deberían gobernar las leyes inmateriales de la naturaleza un universo completamente material? ¡En una cosmovisión naturalista no hay razón del por qué debería ser así!
Pero cuando se comienza con la Biblia, se obtiene una imagen completamente diferente. El universo no es absolutamente material. Las leyes inmateriales de la naturaleza y un universo ordenado pueden existir debido a que no es un universo fortuito. Fue diseñado con propósito por el Creador, el Dios trino de la Biblia que no cambia (Hebreos 13:8; ver Malaquías 3:6) y quién sostiene el universo de manera consistente (Génesis 8:22; Hebreos 1:3). Debido a que Él no cambia, deberíamos esperar que la creación que Él sostiene permanezca en orden. En orden incluso para hacer ciencia ¡debemos asumir que la Biblia es verdad!
También, mientras este artículo de National Geographic dice “la biología moderna no tiene sentido sin el concepto de evolución” (35) y que la “biología es incomprensible sin ella”, de hecho, lo que sabemos de la biología confirma una cosmovisión bíblica y crea problemas significativos para la evolucionaria. Por ejemplo, la ley de la biogénesis afirma que la vida sólo proviene de la vida. Todo lo que se ha observado en la biología apoya esta idea, puesto que es una ley científica. Y aun así, según la evolución biológica naturalista, la vida tuvo que haber surgido al menos una vez de químicos inertes. La idea evolucionaria del orígen de la vida va completamente en contra de lo que se observa en la biología. Pero la ley de la biogénesis es perfectamente consistente con una cosmovisión bíblica. La vida provino del Dador de la vida y por ello nunca hubo un momento en que la vida tuvo que surgir de lo inerte. Las observaciones científicas de la biología confirman la creación bíblica, no la evolución.
Los creacionistas no niegan la ciencia. ¡Nos encanta la ciencia! ¡Nuestro Museo de Creación está lleno de ideas científicas y aplicaciones, incluidos los dinosaurios animatrónicos de alta tecnología! Lo que negamos es la suposición basada en la cosmovisión de que el universo y la vida son resultado del azar, procesos fortuitos de millones de años. En vez de comenzar con la interpretación falible y cambiante del hombre sobre la ciencia histórica, comenzamos con la Palabra infalible e inmutable de Dios. Y cuando interpretamos la evidencia a través de los lentes de la Palabra de Dios, lo que vemos en el mundo tiene sentido. ¡La ciencia confirma la Biblia!