El mundo en tiempos de Noé era distinto al que conocemos hoy. Con la ayuda de la Geología, podremos volver a juntar las piezas nuevamente.
Nota del editor: Este artículo fue publicado originalmente en la revista Answers.
El mundo que vemos hoy es muy distinto al mundo en los días de Noé (2 Pedro 3:6). Esa tierra fue destruida. De hecho, parece que el continente primitivo fue partido y distanciado a miles de millas de distancia.
De haber sido así, Noé nunca caminó por las montañas de Santa Cruz ni tampoco contempló la espectacular bahía de San Francisco. Nunca caminó por los Apeninos, y no contempló la panorámica vista del mar Mediterráneo. No existían los Alpes, ni las Rocallosas, ni mucho menos los Himalayas cubiertos de nieve; no existía el río Mississippi que baja hacia el golfo de México; no existía el Amazonas que vierte sus aguas al Atlántico. La geografía del mundo prediluviano fue completamente cambiada.
Podemos distinguir algo de ese mundo en Génesis 1:9–10. En el tercer día de la semana de la creación, Dios juntó las aguas “en un lugar”, separadas de la tierra seca. En algún lugar de esta tierra hubo un hermoso sitio llamado Edén, de donde fluían cuatro grandes ríos (Génesis 2:8–10). Nada de eso existe hoy.
Aparentemente, todo el planeta era distinto. Por ejemplo, si Noé se hubiera parado en el lugar donde fue fundado San Francisco, probablemente hubiera observado la templada superficie de la Antártica, o quizás Australia, ya que no existían aguas que separaran a estas masas de tierra. Esa es solo una de las muchas diferencias. Pero, ¿cómo pueden ser posibles tales cosas?
Los geólogos se han tropezado por sobre indicios prometedores que les permiten reconstruir la secuencia de eventos que provocaron las características actuales de la tierra. Este trabajo en desarrollo conmociona a los creacionistas, a pesar de estar incompleto. Aunque los detalles son fragmentarios, han emergido esbozos de cómo pudo haber sido el súper continente donde vivió Noé.
Estos hallazgos señalan a las Escrituras, y dan sentido a la evidencia catastrófica que hubo en vez de lentos procesos de millones de años. Ellos también nos recuerdan acerca del terrorífico juicio divino contra el pecado. No existen excusas.
¿Alguna vez has deseado saber cómo fue el mundo de Noé antes del Diluvio? Los fragmentos remanentes del diluvio han servido para juntar las piezas del rompecabezas, por lo menos en términos generales.
Las evidencias indican que los continentes se han movido, se han quebrado, separado, e incluso, chocado entre sí, pero las piezas principales han permanecido bastante invariables. Violentas catástrofes han fraccionado las orillas de los continentes, pero la corteza terrestre parece haberse mantenido intacta.
Los geólogos llaman al núcleo de estas piezas “cratones”. Estas parecen haber permanecido estables a través de la historia. En algún momento, parecieron haber estado todas ensambladas, pero fuerzas violentas, soltadas durante el Diluvio, las despedazaron en muchas partes.
La corteza de Norte América parece ser uno de esos cratones. De hecho, muchos geólogos creen que este fue una de las grandes partes del súper continente primitivo.
Rodinia
Supercontinente original
(hecho de cratones)
Nuestros continentes actuales son el resultado de las piezas de la tierra primitiva, las cuales se fragmentaron durante el diluvio. Estas piezas de corteza se llaman cratones. Poseen la característica que sus orillas se pueden alinear, ayudándonos a encajarlas. Este continente primitivo lo denominamos Rodinia, pero muchas piezas del rompecabezas permanecen perdidas.
Pangaea
Supercontinente temporal
(hecho de los cratones originales y sedimientos del Diluvio
Después de que el continente primitivo se fragmentó durante el Diluvio, las piezas chocaron temporalmente, formando un súper continente conocido como Pangea. ¿Cómo lo sabemos? Las piezas ya habían sido cubiertas con capas de sedimento fósil al momento de chocar. En las zonas impactadas, estas capas fueron empujadas hacia adentro formando montañas plegadas que podemos ver hoy en día.
Hoy en día
Continente moderno
(hecho de los cratones originales y sedimientos)
La tierra de hoy, consiste en muchos continentes separados, y formados por piezas del primer súper continente. Únicamente las cortezas han permanecido intactas. El resto de nuestro continente se llenó de barro y arena que el Diluvio esparció desde la superficie terrestre. Los geólogos están estudiando las piezas para ver cómo estaban alineadas originalmente las orillas.
Una de las grandes pistas para la configuración de los continentes se evidencia en cualquier mapamundi.
En 1859 el geólogo creacionista Antonio Snider-Pellegrini observó que América del Norte y del Sur encajan con Europa y África si la cuenca del océano Atlántico estuviera cerrada1. Él también leyó Génesis 1:9–10 y descubrió que la masa de tierra que Dios formó en el día tercero de la semana de la creación fue probablemente un súper continente. Luego, éste se fragmentó durante el Diluvio y se abrió continentalmente formando el océano Atlántico que existe hoy.
Así nació el catastrófico modelo de las placas tectónicas, el cual provee un mecanismo físico para el diluvio2. Al inicio del diluvio las fuentes del grande abismo, y las cataratas de los cielos fueron abiertas (Génesis 7:11), despedazando el súper continente prediluviano. La roca fundida e incandescente que subyace, hizo subir el flujo del agua del mar a la superficie desde el fondo marino, ayudando a impulsar los fragmentos continentales a través del globo, abriendo nuevas cuencas oceánicas que chocaban para crear las montañas de hoy en día.
Hay muchos datos geológico coherentes con este escenario, aunque el rápido movimiento de las placas es un tema aparte3. Al localizar el residuo original del súper continente prediluviano, podemos proyectar los movimientos de estos fragmentos a sus posiciones originales para potencialmente rearmar el mundo perdido de Noé.
Sin embargo, existen complicaciones que algunas veces han dado lugar a malos entendidos. El súper continente que reconstruyó Snider-Pellegrini llegó a conocerse por los geólogos como Pangaea (algunas veces deletreado Pangea), nombre que viene de dos palabras del griego antiguo: pan que significa “entero” y Gaia que significa “Madre Tierra.” Ahora sabemos que el Pangea no pudo haber sido el súper continente prediluviano. Algo debió haber ocurrido antes para haber delineado al Pangaea.
Si obviáramos el océano Atlántico y reordenamos las piezas nuevamente, encontramos una cadena montañosa que abarca desde Norte América hasta Europa. El problema radica en que estas cadenas, conocidas como las montañas Apalaches-Caledoniana, están hechas de sedimento fósil depositado tempranamente durante el Diluvio. La única forma conocida de formar cadenas montañosas como esas es por la colisión de un continente contra otro. Esto significa que el diluvio depositó capas de soporte fósil en Norte América y en Europa antes de que hubieran chocado entre sí para luego formar el Pangaea.
En consecuencia, el Pangaea no puede haber sido el súper continente prediluviano en el que vivió Noé. Pudo haber sido solo la fusión temporal de los fragmentos continentales durante el Diluvio, y que pudo haber durado solo algunas semanas. Pangea fue un súper continente durante el Diluvio, pero estuvo completamente sumergido.
Los geólogos de hoy en día están tratando de identificar las orillas de los fragmentos continentales (o cratones), para luego configurar su alineación y reconstruir la apariencia de la masa de tierra primitiva.
AUNQUE HAY ESPECULACIÓN, NUEVOS INDICIOS EXISTEN QUE AYUDAN A LOS GEÓLOGOS.
Se acepta la configuración nueva del Pangea, pero la agudeza de las especulaciones aumenta con el estudio de tiempos más remotos. Por ejemplo, los geólogos seculares encuentran capas de rocas con gran cantidad de sal y arena depositadas y asumen que vino desde los desiertos que estaban cerca del ecuador. Sin embargo, geólogos diluvianos saben que estas capas de arena fueron depositadas bajo el agua, aparentemente arrancadas de playas costeras alrededor del mundo de antaño.
Aunque aumenten las especulaciones mientras más retrocedemos en el tiempo, nuevas pistas han generado ayuda a los geólogos.
Uno de estos indicios se llama paleomagnetismo. Que no te intimide el término. Ya que la tierra tiene un campo magnético, los minerales que son magnéticos tienden a alinearse con el magnetismo terrestre polar. Por ejemplo, cuando se enfría la lava, esos minerales se alinean a los puntos cardinales.
Cuando las rocas se endurecen, los geólogos usan sus alineamientos para determinar su latitud de formación. Si la masa de tierra se mueve rápidamente a cientos de millas, diferentes masas de lava se alinearán en diferentes direcciones magnéticas mientras se endurecen.
Otro indicio es el contenido físico de las rocas. Hay miles de diferentes tipos de rocas, tales como ciertas clases de basalto que se pueden emparejar entre algunos continentes. Existen centenares de formas de medir diferentes contenidos rocosos, incluyendo tipos de contenido fósil y deterioro radioactivo de ciertos minerales. Basado en estos indicios, los geólogos frecuentemente pueden determinar cuáles grandes depósitos yacían uno al lado del otro, incluso después de que se han movido miles de millas de distancia.
Quizás el indicio más relevante para alinear los continentes son las capas de sedimento rocoso que el Diluvio depositó inicialmente en las orillas de los cratones. Estas capas, precisamente sobre la “base” de las rocas, poseen características distintivas que pueden ser alineadas entre los continentes.
La base de las rocas no contiene fósiles multicelulares. Parecen ser las rocas creadas originalmente, y capas de sedimento depositadas en el mundo prediluviano. Los remanentes son todo lo que queda después de que las aguas del diluvio cepillaron la superficie de los continentes4. La línea divisoria entre las rocas prediluvianas y las postdiluvianas generalmente tiene una superficie distintamente erosionada, algunas veces asociada con grandes fragmentos de rocas fracturadas.
Algunas veces, estos grandes fragmentos que miden hasta dos tercios de milla de ancho, representan sectores donde las orillas del súper continente prediluviano colapsaron al comienzo del diluvio5. Grandes bloques se quebraron y cayeron a aguas más profundas. Los primeros sedimentos diluvianos se amontonaron arriba de estos escombros. Estos mismos depósitos pueden ser rastreados a lo largo de la orilla en el fragmento norteamericano prediluviano6.
Se han encontrado estos mismos depósitos de escombros en muchos otros lugares alrededor del globo y al mismo nivel en la secuencia de estratos7. Ayudan a definir las orillas del súper continente prediluviano.
¿Existe evidencia geológica de un primer súper continente que se quebró, se fragmentó, colisionó y se juntó para formar el Pangea, para luego, fragmentarse en los continentes que hoy conocemos? ¡Sí, así es! Este primer súper continente, el cual probablemente fue el mundo perdido de Noé, ha sido llamado Rodinia (de la palabra rusa rodina, que significa “La Madre Tierra”).
Entonces, ¿cómo fue el aspecto de Rodinia? Los geólogos están bastante seguros de la configuración básica del núcleo de los cratones, pero siguen inquietos en cuanto a muchos de los detalles. Hay múltiples formas para encajar las piezas continentales fragmentadas del rompecabezas. Recuerda que estamos observando residuos de rocas dispersadas, dañadas y alteradas del mundo prediluviano.
Varias reconstrucciones de Rodinia han sido publicadas8. Sin embargo, todos consideran que el fragmento norteamericano es la pieza central del rompecabezas, y colocan a Australia junto con la Antárctica oriental al lado de la orilla occidental. Hasta aquí, no existe acuerdo en la cantidad de orillas perdidas, o el lugar exacto donde están esos fragmentos, tales como el del Sur de China o Australia9. Reconstruir el mundo perdido de Noé es muy complejo. Aún no es posible reconstruir un súper continente coherente con todas sus piezas. Es elemental saber que todas estas reconstrucciones son especulativas, porque mucho se perdió en el cataclismo diluviano.
Pero tenemos un cuadro razonable de lo sucedido al inicio catastrófico del Diluvio. Grandes columnas de roca fundida se intensificaron en la parte inferior de la corteza terrestre como si fueran enormes sopletes10. Con el tiempo, la corteza fue desgarrada, y estallaron vapor y roca fundida. El súper continente colapsó, la tierra se agrietó, desatándose hacia el margen de los océanos11. Debió haber sido horroroso.
Lo único seguro que tenemos acerca del mundo prediluviano es el breve reporte ocular del Creador dado en Su Palabra. Perdimos para siempre el mundo en que vivió Noé; fue desgarrado y aniquilado por el cataclismo global diluviano. Las pistas que han quedado nos recuerdan del serio aviso hecho por Jesucristo, el Creador mismo: cuando Él venga de nuevo para juzgar a todos los humanos, las circunstancias serán parecidas a los días de Noé, cuando “vino el diluvio y se los llevó a todos” (Mateo 24:37–39).