Existen evidencias en todas las áreas: Dios ha reivindicado Su Palabra y Su Libro es una escritura verdadera, con profecías y revelaciones que exigen ser tomadas en serio.
Según los principios bíblicos un testimonio debe establecerse en boca de dos o tres testigos. Según la ley hebrea, nadie podía ser declarado culpable de un delito sin una evidencia que hubiera sido correctamente establecida por testigos, aunque esta ley no se tuvo en cuenta en el juicio de Jesús.
La arqueología moderna demuestra un principio similar respecto a la Palabra de Dios. Dice en el Salmo 85:11: “La verdad brotará de la tierra” y el Salmo 119:89: “Para siempre, oh Señor, permanece tu palabra en los cielos”. La Palabra de Dios es cierta. Permanece más allá de las generaciones humanas y, a Su debido tiempo, Dios reivindica Su verdad. Esto hace que la Palabra de Dios pertenezca a una categoría única: es la “otra cara” de la dinámica de comunicación bidireccional entre Dios y el hombre. La capacidad del lenguaje distingue al hombre de todos los animales, y la Palabra escrita de Dios distingue Su comunicación especial para el hombre haciéndola inconmensurablemente superior a otras supuestas revelaciones.
Conforme a este principio bíblico de “dos o tres testigos”, a continuación seleccionaremos ciertas evidencias que apoyan la veracidad y exactitud de la Palabra de Dios. Existen evidencias en todas las áreas: Dios ha reivindicado Su Palabra y Su Libro es una escritura verdadera, con profecías y revelaciones que exigen ser tomadas en serio. Su Libro es único, ya que es Su Libro.
Aquellos hombres inspirados de la antigüedad escribieron el mensaje de Dios, aplicable a ellos mismos en sus propios tiempos, y aplicable también a hombres y mujeres durante los siglos, hasta hoy. La Biblia es la “otra cara” del estudio cristiano del milagro del lenguaje. Es la forma en la que Dios eligió revelar Sus pensamientos, las cosas profundas, que son inescrutables excepto por la revelación del Espíritu Santo.
En los siguientes apartados, se sugieren algunas divisiones de la Palabra de Dios. Y para cada una se presentan tres evidencias significativas de la arqueología que confirman que existe testimonio suficiente para aceptar la validez de cada sección. La Palabra de Dios es ciertamente verdad.
Génesis 1-11 es el “semillero de la Biblia”; allí se introduce a Abraham y las grandes doctrinas, tales como Dios el Creador, Amigo, Revelador, Juez, Redentor, Restaurador y Sustentador. Es historia real, y es un resumen de los orígenes.
Esta porción contiene los relatos de los Patriarcas, con mención especial de Abraham, el padre de los hebreos.
Sir Leonard Woolley excavó Ur, ciudad natal de Abraham, obteniendo evidencias sorprendentes de lujo.2
Los hallazgos arqueológicos en lugares como Ur, Mari, Boghazkoi, y Nínive respaldan las costumbres de los tiempos patriarcales descritas en la Biblia. Estos textos fueron escritos durante esa época, no siglos más tarde. Presentan indicios que sugieren testigos presenciales. De esta forma, entendemos mejor la relación de Abraham con Agar pues comprendemos que la mujer que no podía engendrar personalmente a un niño para su marido tenía la obligación de aportar a su marido una de sus criadas. En el relato bíblico se nos dice que fue Sara quien hizo la propuesta a Abraham, y su criada Agar accedió a engendrar un hijo de Abraham. Y, en consecuencia, Agar ganó en seguridad económica y en prestigio personal. Debemos notar que no fue Abraham quien hizo la propuesta a Agar, sino que fue Sara, la esposa de Abraham, quien actuó en concordancia con las costumbres de la época.
Los registros de los cinco reyes que lucharon contra cuatro reyes (Génesis 14) son interesantes, ya que los nombres de las personas mencionadas se ajustan a los nombres conocidos de esas épocas.
Las negociaciones de Abraham con los hititas (Génesis 23) son detalladas y siguen las pautas conocidas de este tipo de transacciones hititas. Los neo-hititas aparecieron posteriormente, pero sus relaciones lingüísticas fueron distintas. La Biblia tenía razón en llamar a la civilización anterior “hijos de Hatti” o “hititas”.
Es interesante notar que la palabra hitita para “reservista”, que significa “criados entrenados en el propio hogar de un hombre”, es hanakim (Génesis 14:14). Este término se usa sólo aquí en la Biblia. Existen textos egipcios de execración que muestran el significado de este término (hallados en fragmentos de vasijas de cerámica, que parecen haber servido en rituales mágicos de maldición contra los pueblos vecinos), y se utiliza correctamente en el texto bíblico de Génesis 14.
En esta sección se narra la historia de José, el hijo de Jacob y bisnieto de Abraham. Sus hermanos lo vendieron a los ismaelitas, quienes a su vez lo vendieron a un eunuco egipcio. José tuvo éxito en Egipto y ayudó a Israel a establecerse allí.
Éstos son los otros cuatro libros del Pentateuco, escritos por Moisés, probablemente, consultando ocasionalmente a Aarón, el jefe de los sacerdotes, y a Josué, el comandante militar.
La Ley de Moisés fue escrita por un hombre educado en la corte de Faraón, y era muy superior a otros códigos legales, como el del rey babilonio Hammurabi, o el código de Eshnunna que fue encontrado cerca de la moderna Bagdad.
Las formas de pacto de los escritos de Moisés siguen el mismo formato que las de los hititas, como confirma el Profesor George Mendenhall. El código legal es una unidad, que data de alrededor del año 1.500 a.C. (el tiempo de Moisés). Estos escritos provienen de una fuente única, y no hay nadie que cumpliera este requisito en aquel momento, excepto Moisés. Los conceptos éticos de la Ley no eran demasiado tempranos para la época de Moisés a pesar de la hipercrítica. (Las tablillas de Ebla de Siria son anteriores a Moisés e incluyen, por ejemplo, sanciones contra la violación).
En este punto, es pertinente hacer un comentario sobre dos arqueólogos de fama mundial con los que tuve el privilegio de trabajar como supervisor de área en las Escuelas Americanas de Investigación Oriental en la excavación de Gezer en Israel hace muchos años. Cada uno de ellos (en dos excavaciones separadas) dio magníficas conferencias a 140 estudiantes universitarios estadounidenses.
En el momento de su conferencia, el profesor Nelson Glueck declaró: “He excavado durante treinta años con una Biblia en una mano y una pala en la otra, y en materia de perspectiva histórica nunca he encontrado un error en la Biblia”. Dado que es un erudito judío de talla mundial, el Profesor Glueck, al referirse a la Biblia, estaría pensando en el Antiguo Testamento, pero también es cierto que, al menos en una ocasión, que yo sepa, defendió también la exactitud de los escritos del Nuevo Testamento.
La otra conferencia fue impartida por el Profesor George Ernest Wright, de la Universidad de Harvard. Él habló sobre la validez de los escritos de Moisés, especialmente los documentos del pacto en el Pentateuco. Dijo que la investigación del Profesor George Mendenhall había llevado a la conclusión, con la que él estaba de acuerdo, que los documentos del pacto de Moisés constituyen una unidad y deben ser datados aproximadamente en el 1.500 a.C.
En una conversación posterior a la conferencia, el Profesor Wright me dijo que había impartido conferencias durante 30 años a estudiantes graduados, especialmente en Harvard, y él les había insistido en que podían olvidarse de Moisés en el Pentateuco. Ahora él reconocía que durante esos treinta años se había equivocado, y que Moisés realmente había participado personalmente en la redacción del Pentateuco.
Las diez plagas o juicios en contra de los principales dioses de Egipto (Éxodo 12:12) se consideran como juicios reales, cada una de ellas destinada a juzgar a uno de los dioses principales de Egipto.
En esta sección se narran la conquista, el periodo de los jueces y los inicios del reino.
En este periodo se establece el Reino de Israel.
Esta época fue “El Reino del Terror” y tuvo lugar no mucho tiempo después de la muerte de Salomón.
Los críticos pusieron en tela de juicio Isaías 20:1, porque no conocían ningún rey llamado Sargón en las listas de reyes asirios. Hoy ya se ha recuperado el palacio de Sargón en Khorsabad, el cual presenta una inscripción en la pared y un registro de la biblioteca que confirma la batalla contra la ciudad filistea de Asdod (Mencionada en Isaías 20:1).
Títulos asirios tales como el tartán (comandante en jefe), y otros, se usan esporádica pero confiadamente por los escritores de la Biblia.
Los escritores de la Biblia también usan otros títulos asirios como rabmag, rabsaces, y tipsarru. Dado que los asirios desaparecen de la historia tras la batalla de Carquemis en el año 605 antes de Cristo, la retención de las palabras “obsoletas” es un fuerte indicador que los registros son un testimonio de primera mano. Y, por lo tanto, indican también la autenticidad de las profecías porque los mismos hombres que escribieron los hechos históricos también escribieron profecías.
La muerte de Senaquerib se registra en Isaías 37:38 y 2 Reyes 19:37 y se confirma en los registros del hijo de Senaquerib, Esarhadón. Fue añadido más tarde por Esarhadón, el hijo de Asurbanipal.
Varios detalles acerca de Nínive y del relato de Jonás indican la historicidad de la Biblia. El símbolo de Nínive era una mujer embarazada con un pez en su vientre.
Adad-nirari III, que podría haber sido el rey de la época de Jonás, llevó a cabo importantes reformas, posiblemente a raíz del mensaje del profeta Jonás. El palacio de Adad-nirari estaba prácticamente al lado de la posterior construcción conocida como “Nebi Yunis” (“El profeta Jonás”). Esa estructura es la supuesta tumba de Jonás y, aunque es poco probable que lo sea, la referencia honorífica a Jonás es muy interesante.
Nabucodonosor saqueó Jerusalén y tomó a Judá en cautiverio.
Los medos y los persas florecieron después de los babilonios.
Éste fue el periodo del reasentamiento en la tierra tras el exilio en Babilonia.
Los Rollos del mar Muerto
Tras aproximadamente 2.000 años de permanecer enterrados en unas cuevas cercanas al mar Muerto, estos rollos vieron la luz de nuevo en el año 1947. Los judíos esperaban la llegada de uno o varios Mesías, un rey como David, el gran Sumo Sacerdote del pueblo de Israel, un Sumo Sacerdote según la orden de Melquisedec, un profeta como Moisés, y posiblemente un Mesías traspasado. Digo “posiblemente un Mesías traspasado” porque esto se basa en un único fragmento muy pequeño. Además, los tiempos futuro e imperfecto en la lengua hebrea son muy a menudo iguales y sólo pueden ser determinados por el contexto.
En este caso, la profecía podría estar diciendo que el esperado Mesías iba a ser “traspasado”, o que “ya había sido traspasado”. Isaías 11:4 dice: “. . . y con el espíritu de sus labios matará al impío [énfasis añadido]”. Y en la RV60, Isaías 53:5 dice: “Mas Él fue herido por nuestras transgresiones, [énfasis añadido]”. Ambas declaraciones son importantes, por el hecho de que el Mesías fue traspasado, y en un juicio venidero aquéllos que han rechazado al Mesías serán traspasados.
Los Rollos nos han proporcionado copias de la mayor parte del Antiguo Testamento, pues se han hallado fragmentos en hebreo de todos los libros del Antiguo Testamento excepto Ester, de una fecha 1.000 años anterior a las copias hebreas existentes. (En otro rollo se conserva una copia del libro de Ester.)
También se ha arrojado luz sobre el trasfondo del Nuevo Testamento y de la naturaleza judía del Evangelio de Juan. Por ejemplo, contrastes como “la luz y la oscuridad” son habituales en Juan y en el “Rollo de la guerra” un texto que describe la última batalla escatológica; y el hebreo era todavía una lengua viva, no sólo una lengua sacerdotal.
El Rollo del mar Muerto de Isaías también muestra una vieja forma de la letra hebrea “tau”, que se parece a una “X” en el margen del rollo. Esto ocurre en 11 ocasiones, en Isaías 32:1, 42:1, 42:5, 42:19, 44:28, 49:5-7, 55:3-4, 56:1-2, 56:3, 58:13, e Isaías 66:5. Como ya se ha indicado, tanto los registros de los asirios como los Rollos del mar Muerto (incluyendo una copia casi completa de Isaías) estuvieron totalmente ocultos a los ojos humanos durante unos 2.000 años. La mayor parte del contenido de estas dos fuentes se solapa y, así confirman la evidencia de la autenticidad de las profecías de Isaías.
Un aspecto importante del hallazgo de estos rollos es su relación con el descubrimiento de los palacios asirios a partir de la década de 1840. Isaías menciona una serie de hechos históricos relacionados con los asirios que confirman notablemente la exactitud de su libro.
Posiblemente, el hallazgo de los Rollos del mar Muerto es uno de los hechos más maravillosos para la importancia de la arqueología bíblica. [5]
Los descubrimientos arqueológicos han confirmado ciertos acontecimientos relacionados con las palabras y hechos de Jesús.
Se ha comprobado que los documentos del Nuevo Testamento son precisos desde el punto de vista histórico.
Los papiros de los “cocodrilos parlantes” egipcios han demostrado que los documentos del Nuevo Testamento son registros remarcables de los tiempos de los cuales dicen provenir escritos en el idioma de la “vida cotidiana”. Esas expresiones de la vida corriente de la época de Pablo también han arrojado mucha luz sobre los propios escritos del Apóstol.
Los descubrimientos de Sir William Ramsay y sus sucesores en Asia Menor sirvieron para restablecer la veracidad de Lucas, el historiador y otros escritores del Nuevo Testamento.
Los tres documentos bíblicos más atacados por los críticos han sido el Pentateuco de Moisés, Esdras / Nehemías y Lucas. Las investigaciones de académicos reconocidos los han confirmado de forma clara como documentos fiables.
Existe un aluvión de evidencias que demuestran la continuidad entre los documentos del Nuevo Testamento (por ejemplo, el Papiro Rylands incluye partes de Juan 18:31–33 en una cara y Juan 18:37–38 en la otra) y también abundante evidencia procedente de los escritores romanos seculares y los primeros padres de la iglesia.
Aun cuando los arqueólogos excavan para desenterrar un periodo de tiempo pasado relacionado con la Biblia, no es en absoluto seguro que la historia bíblica directa vaya a ser descubierta. Quienes desean tales resultados son, no sólo los estudiantes de la Biblia, sino también arqueólogos desinteresados que saben que el registro bíblico debe ser tenido en cuenta seriamente. Un vínculo con la historia de la Biblia es un excelente punto de referencia, siempre deseable, pero no siempre posible de conseguir. Estos hallazgos son excelentes confirmaciones de la Palabra de Dios, lo cual no es lo mismo que “probar la Biblia”.
Los arqueólogos son estudiosos, por lo general académicos que se interesan en la Biblia como libro de referencia ocasional. Un buen número de los arqueólogos académicos son cristianos comprometidos, pero son una minoría. Mucha gente cree que todos los arqueólogos buscan verificar la historia bíblica. Pero no es así. Muchos arqueólogos no tienen prácticamente ningún interés en la Biblia, aunque hay excepciones notables.
Ya hemos dicho que no afirmamos: “La arqueología prueba la Biblia”. De hecho, tal afirmación sería poner la arqueología por encima de la Biblia. ¿Qué pasa cuando ciertos resultados arqueológicos que inicialmente parecían ciertos posteriormente resultan ser falsos? Frecuentemente, la arqueología confirma eventos bíblicos concretos. Y algunos dirán que de esta manera se “demuestra la veracidad de la Biblia”. Pero tal afirmación debe tomarse con reserva porque la arqueología es el soporte, no la base principal.
Frecuentemente surgen resultados que, según nos aseguran, “refutan” la Biblia pero que acaban produciendo el efecto contrario al deseado.
Hay miles de hechos en la Biblia que no son susceptibles de ser comprobados porque la evidencia se ha perdido desde hace mucho tiempo. Sin embargo, es interesante que, allí donde la confirmación es posible y ha salido a la luz, la Biblia muestra su consistencia ante las investigaciones detalladas en formas que son únicas en toda la literatura. Su superioridad ante los ataques, su capacidad para soportar la crítica, y su increíble facilidad para ser probada son asombrosas según todas las reglas académicas. Frecuentemente surgen resultados que, según nos aseguran, “refutan” la Biblia pero que acaban produciendo el efecto contrario al deseado.
Una y otra vez la Biblia ha sido confirmada desde el Génesis hasta el Apocalipsis. Se ha establecido la superioridad de Génesis 1-11, y se han corroborado los trasfondos históricos de los patriarcas. Los escritos de Moisés presentan la fecha de su época, y el registro de la conquista de Canaán bajo Josué muestra abundante evidencia de testigos oculares.
Los Salmos de David son claramente productos de su época, y los escritos de Salomón no deberían ser declarados “legendarios”. Salomón fue un gigante de la literatura, un magnate comercial, y un gobernador poderoso, sometido a Dios. Sólo Dios dio a Israel su “edad de oro”.
El periodo asirio ha aportado una dramática confirmación de los registros bíblicos, gracias a excavaciones en un palacio tras otro durante los últimos 150 años. Tales excavaciones aumentan constantemente nuestro entendimiento de los antecedentes de los reyes, profetas, pueblos y sucesos del Antiguo Testamento.
El exilio en Babilonia ha sido confirmado en varios aspectos, y el Decreto de Ciro deja claro que las personas capturadas podían volver a sus tierras de origen y allí practicar el culto a Dios de acuerdo a sus propias creencias. Esdras y Nehemías son un reflejo exacto de la época posterior al exilio.
Igualmente, los documentos del Nuevo Testamento han demostrado de forma consistente que son procedimentales de testigos oculares. Se nombran sin error reyes, gobernantes y funcionarios; los títulos se utilizan ocasionalmente pero con notable precisión; se hace hincapié en los límites geográficos; y se mencionan las costumbres de la forma correcta.
En efecto, es cierto que “La verdad brota de la tierra” (Salmo 85:11).
Los hallazgos arqueológicos no han cambiado nuestra comprensión de la doctrina bíblica esencial. Hay que reconocer, sin embargo, que a veces ha sido necesario reconsiderar lo que realmente dice la Biblia. Ha habido momentos en los que ha aparecido nueva luz sobre las palabras utilizadas en la Escritura tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.
Hemos visto que ahora comprendemos mejor los títulos de los funcionarios de los vecinos de Israel y que muchas palabras se entienden mejor a la luz de los registros en arcilla, en papiro y en piedra.
El Antiguo Testamento es un libro antiguo, no un registro moderno, y su estilo es oriental y no occidental. A veces se debe interpretar, en base a su contexto, en el estilo simbólico y figurativo de los judíos de la antigüedad, y no de acuerdo con el “rigor científico” de nuestra época materialista moderna.
A veces la Biblia usa “el lenguaje de los fenómenos”, como cuando se refiere a la salida del sol. Científicamente hablando, la Tierra es la que “se levanta”. Sin embargo, aunque la Biblia no es un libro de ciencia, sin embargo, es cierto que allí donde la Biblia trata de ciencia ésta es asombrosamente precisa.
Esta nueva ciencia de la arqueología, cuanto más trata de los registros bíblicos, más estamos convencidos que se trata de un registro único. En muchos aspectos, es muy superior a otros escritos dejados por los pueblos vecinos.
No hemos afirmado que “la arqueología prueba la Biblia” y no queremos dar esa idea. Hacerlo sería un gran error, a pesar de que ello se suele afirmar al presentar una conferencia sobre arqueología bíblica. La Biblia misma es el absoluto, y no la arqueología. Si la arqueología pudiera probar la Biblia, la arqueología sería mayor que la Biblia, pero no lo es. La Biblia viene con la autoridad del Dios omnipotente. Es Su Palabra, y Él es mayor que todos.
No hemos afirmado que “la arqueología prueba la Biblia” y no queremos dar esa idea. Hacerlo sería un gran error, a pesar de que ello se suele afirmar al presentar una conferencia sobre arqueología bíblica. La Biblia misma es el absoluto, y no la arqueología. Si la arqueología pudiera probar la Biblia, la arqueología sería mayor que la Biblia, pero no lo es. La Biblia viene con la autoridad del Dios omnipotente. Es Su Palabra, y Él es mayor que todos.
Sin embargo, la arqueología ha contribuido grandemente a restaurar la confianza en la Biblia como la Palabra revelada de Dios. Se han aclarado muchos pasajes que con anterioridad parecían oscuros y nos ha ayudado a entender las costumbres, la cultura y el trasfondo de muchas formas que a nuestros padres en una generación anterior parecían muy poco probables. En la actualidad la arqueología es muy importante para la adecuada comprensión de la Biblia.
La arqueología ha contribuido grandemente a que muchos académicos consideren la Biblia mucho más en serio. Ha influido en la historia y en la cultura de Israel y sus vecinos en muchos aspectos y, a menudo, ha sorprendido a los investigadores por la exactitud implícita de sus afirmaciones.
Si se puede mostrar (y de hecho sí se puede) que los escritores de la Biblia vivieron y predicaron su mensaje en los lugares y fechas que ellos afirman, entonces es evidente que sus sorprendentes mensajes proféticos también son auténticos, escritos mucho antes de los acontecimientos que profetizaban. Consideremos cinco aspectos importantes en los que la arqueología ha sido de gran valor para los estudiantes de la Biblia.
La arqueología confirma la historia de la Biblia, y a menudo demuestra que las personas y los sucesos que la Biblia cita son correctos.
Un ejemplo es el de Sargón, un rey nombrado en Isaías 20:1. Los críticos anteriormente sostenían que no hubo tal rey. Más tarde se halló su palacio en Khorsabad, y en él se halló una descripción de la batalla mencionada por Isaías. Otro ejemplo es la muerte del rey asirio Senaquerib. Su muerte se registra en Isaías 37 y también en los anales del hijo de Senaquerib Esarhadón, quien según Isaías sucedió a Senaquerib.
La arqueología muestra elementos locales, lo cual indica que el trasfondo es auténtico.
Las leyes, las costumbres, los dioses, y las prácticas religiosas aparecen asociados con los tiempos y lugares mencionados en la Biblia. El robo por parte de Raquel de los dioses de arcilla de su padre denota una correcta comprensión de las costumbres: “Respondieron Raquel y Lea, y le dijeron: ¿Tenemos acaso parte o herencia en la casa de nuestro padre?” (Génesis 31:14). Ella sabía que los terafines (dioses de arcilla) estaban asociados con los títulos de propiedad, lo cual era una costumbre de la época.
La arqueología nos proporciona datos adicionales.
Los hechos arqueológicos ayudan al estudiante de la Biblia a entender mejor los tiempos y las circunstancias mucho mejor que si no existiera la arqueología. Los escritores de la Biblia mencionan nombres de reyes asirios tales como Senaquerib y Esarhadón, y hoy sabemos mucho más acerca de estos gobernantes gracias a los registros recuperados en sus palacios y bibliotecas.
La arqueología ha demostrado ser muy importante para la traducción de la Biblia.
Los significados de las palabras y frases a menudo se comprenden más claramente cuando se encuentran en otros contextos. Por ejemplo, 2 Reyes 18:17 usa correctamente tres títulos del ejército asirio. Esos términos son tartán (comandante en jefe), rabsaces (cabezas de príncipes), y rabsaris (jefe de los eunucos). Los significados de estas palabras eran desconocidos en el momento de la traducción de la versión King James de la Biblia en 1611.
Las excavaciones de los palacios asirios consiguieron esclarecer sus significados. El hecho de que estos títulos se utilizan correctamente en el Antiguo Testamento es un argumento de peso para considerarlos testimonios de primera mano. La gente no sabe los títulos de su enemigo si no ha tenido algún contacto con él.
La arqueología ha demostrado la exactitud de muchas profecías de la Biblia.
Las profecías en contra de Nínive, Babilonia y Tiro en Isaías son ejemplos típicos, al igual que los primeros registros de la creación en la Biblia. También es muy importante que Isaías y otros señalaran con precisión a la venida del Mesías. En muchos puntos de la historia la Biblia ha sido reivindicada, como también sus profecías acerca de Jesús.
Esta aplicación espiritual es sin duda uno de los aspectos más importantes de la arqueología bíblica, y nos recuerda que “. . . los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo hablaron de parte de Dios” (2 Pedro 1:21).
La arqueología ha contribuido enormemente a demostrar que “al fin y al cabo la Biblia tenía razón”. Los primeros relatos de la creación, Edén, el diluvio, la longevidad de los hombres y la dispersión de las naciones no son, finalmente, meras leyendas. Se han hallado otras tablillas que registran estos mismos acontecimientos aunque a menudo aparecen distorsionados y corrompidos.
El registro bíblico es muy superior y suficientemente creíble. Esos primeros registros de la Biblia ya no pueden ser descartados como si fueran mitos o leyendas.
“Para siempre, oh Señor, permanece tu palabra en los cielos”. (Salmo 119:89)
S Superioridad—creación, diluvio, Torre de Babel, Ley de Moisés, Salmos de David, autenticidad de los profetas de Israel, enseñanzas de Jesús.
C Costumbres—Raquel roba los dioses de arcilla; la historia de José; prácticas religiosas; crueldad de los asirios; leyes inmutables de los medos y persas; empadronamiento para el censo en el momento del nacimiento de Jesús.
A Información Adicional—Piedra moabita; Jehú y el Obelisco Negro de Salmanasar; el asesinato del rey asirio Senaquerib; Belsasar como corregente con su padre Nabonido; nueva luz sobre el trasfondo histórico del Nuevo Testamento procedente de los Rollos del mar Muerto y otros manuscritos e inscripciones.
L Lengua e idiomas—Hebreo, arameo y griego. Otros se citan ocasionalmente, incluyendo egipcios, cananeos, filisteos, babilónica, persa, latín y asiria.
P Profecía—Sobre las tierras y la gente de la Biblia, así como el Señor Jesucristo. Las costumbres locales y la integridad de las profecías demuestran la singularidad de la Biblia.
S Incidentes y personas concretos—La victoria de Sargón contra Asdod (Isaías 20:1); la muerte de Senaquerib (Isaías 37); Nabucodonosor, rey de Babilonia, que hizo campaña militar contra Jerusalén y Judá; varios gobernantes (por ejemplo, los Herodes) correctamente identificados (los Evangelios y Hechos); el censo de la época de César Augusto.
Muchas personas dicen no tener el conocimiento suficiente como para hablar de la arqueología y la Biblia; este acróstico SCALPS podría ser una ayuda.[6]
1 Pedro 3:15 nos insta a estar “. . . siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros. . .”
Eso es un mandamiento para los cristianos!