Frecuentemente los cristianos, pastores y teólogos que tratan de encajar millones de años en Génesis 1 objetan al hecho de que la creación sea literal, reciente y de seis días diciendo: “¿Entonces Adán nunca pisó una hormiga en el jardín del Edén? Eso no puede ser cierto. Tuvo que haber muerte antes del pecado”. Pero, ¿es una objeción válida?
Aparte de la posibilidad de que esas hormigas, y otros insectos, ni siquiera habrían estado vivos en el sentido bíblico,1 la pregunta que se debe hacer es por qué la idea de la muerte antes del pecado es tan importante que la muerte accidental de la hormiga podría ser una objeción.
El tema de la muerte antes del pecado es importante porque es una cuestión de autoridad bíblica y porque la idea le quita autoridad a la base del Evangelio. Si confiamos en la Palabra de Dios, está abundantemente claro que la muerte, y esto incluiría la muerte de los animales, es la consecuencia y subproducto del pecado y no era parte de la creación original. Estos sólo son algunos ejemplos de versículos que clarifican este punto.
Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y fue la mañana: el día sexto. (Génesis 1:31)
¿Dios describiría a una creación llena de muerte y sufrimiento como algo “bueno”?
¿Dios describiría a una creación llena de muerte y sufrimiento como algo “bueno”? ¡Ciertamente no! ¡La muerte es “el último enemigo” (1 Corintios 15:26) por el que Jesucristo vino y murió para vencer! Y esto podría incluir a la muerte de animales. El Dios que cuida de los gorriones (Mateo 6:26) y que promete que algún día los animales volverán a vivir en armonía una vez más (Isaías 11:6) no podría describir a la muerte y el sufrimiento de los animales como algo “bueno”. Decir que Dios describe a la muerte y sufrimiento como algo “bueno” es una acusación hacia Dios diciendo que es un monstruo y que Él es el responsable por todo el mal que vemos en el mundo. Pero las Escrituras son claras; es nuestra culpa en Adán.
Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer. Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fue así. (Génesis 1:29–30)
Tanto los animales como las personas comían plantas antes de la Caída, entonces tanto la muerte de los animales como la de los humanos no eran parte del plan de Dios para Su creación; fue innecesario y no ocurrió.
Mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás. (Génesis 2:17)
La muerte fue la clara consecuencia por el pecado de Adán y Eva. Pero si la muerte ya existía, ¿por qué les fue dada la muerte como consecuencia por el pecado? Habrían muerto de todas maneras. Claramente la muerte no estaba presente en el mundo antes de la muerte. Si Génesis no lo deja lo suficientemente claro, Romanos enfatiza el punto; la muerte es el resultado directo del pecado de Adán: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”. (Romanos 5:12)
Por supuesto, esto se refiere en contexto a la muerte humana, pero en Romanos 8:22 dice que es ese pecado el que hace que toda la creación gima. Si la muerte existió antes del pecado, entonces la creación ya estaba gimiendo, esperando la liberación que daría el Mesías, antes de que el pecado siquiera entrara al mundo. Pero fue el pecado que dio como resultado que Cristo viniera a la tierra a morir como el último Adán para que los descendientes de Adán pudieran vivir (1 Corintios 15:21–22) y así la creación pudiera ser restaurada (Romanos 8:19–22).
Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida.
Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la de ella; su simiente te aplastará la cabeza, pero tú le morderás el talón. (Génesis 3:14–15)
Una de las consecuencias del pecado fue la maldición sobre los animales. No sólo la serpiente fue maldita. Génesis 3:14 dice que la serpiente fue maldita "entre todas las bestias y entre todos los animales del campo". Así que, los animales fueron malditos como resultado del pecado de Adán y Eva. Basados en las enseñanzas de las Escrituras con respecto a la muerte podemos deducir que la muerte fue parte de esta maldición en los animales. Entonces la muerte de los animales nunca existió antes de la Caída. También, fue una consecuencia del pecado.
Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida.
Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo.
Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás. (Génesis 3:17–19)
Génesis 3 realiza claramente una conexión entre la elección rebelde de Adán y Eva y la maldición de la Tierra. Su pecado no sólo los afectó a ellos. Hubo cambios en el momento de la Caída para toda la creación debido al pecado, y esto seguramente habría incluido la muerte de los animales, como lo apoya la revelación de la las Escrituras completas.
A quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo. (Hechos 3:21)
Al final habrá una restauración de las cosas donde la muerte tendrá su fin (Apocalipsis 21:4). Esta restauración incluirá un tiempo cuando la lucha entre los animales cesará (Isaías 11:6), la cual implica que la muerte de los animales también cesará cuando todo sea restaurado a lo que era antes del pecado.
¿Exactamente para qué murió Jesús si no fue para pagar nuestro merecida castigo?
Las Escrituras son abundantemente claras: la muerte de los seres humanos y, por extensión, la muerte de los animales es la consecuencia del pecado y no existió antes del decisivo acto de rebelión de Adán y Eva en el jardín. Si esto no es cierto, entonces el Evangelio completo permanece sobre terreno inestable. Después de todo, ¿por qué Jesús tuvo que padecer una muerte física si la muerte no fuera una consecuencia del pecado? ¿Exactamente para qué murió Jesús si no fue para pagar nuestro merecida castigo?
No debe ser sorpresa que el Evangelio depende de lo que la Palabra de Dios enseña: la muerte era la consecuencia por el pecado y en Su gracia y misericordia, Jesús vino y murió en nuestro lugar, tomando nuestro castigo, para que ya no tengamos que temerle a la muerte, sino que podamos experimentar la vida eterna (Juan 3:16). Al final, la muerte será lanzada al lago de fuego, y no habrá más muerte.
Tristemente muchos cristianos han ignorado la Palabra de Dios y erróneamente aceptan la idea de que han pasado millones de años. Pero los millones de años ponen la muerte y el dolor, claramente vistos en los fósiles, antes del pecado. Tal idea le quita la autoridad a las Escrituras como al evangelio de Jesucristo. Como cristianos, no podemos aceptar cualquier idea que sea contraria a las Escrituras. En lugar de eso, necesitamos confiar en la Palabra de Dios y creer lo que Él claramente nos ha contado.
Al vivir en un mundo maldito que gime por el peso del pecado, es difícil para nosotros imaginar un mundo sin muerte y dolor. Pero no podemos usar nuestras experiencias con la caída en un mundo maldito para decir cómo pudo o no pudo haber sido la vida en el perfecto Jardín del Edén. Es difícil imaginar un mundo en el cual una hormiga nunca fue aplastada, pero eso no significa que antes del pecado dicho mundo nunca existió. Simplemente no tenemos experiencia alguna (todavía) con un mundo perfecto y no podemos comprender como sería un mundo como ese (1 Corintios 2:9).
Afortunadamente, aquellos que han confiado en Cristo algún día podrán experimentar justamente eso en los cielos nuevos y en la tierra nueva. Pero hasta entonces, no podemos permitir que nuestras experiencias caídas dicten nuestra teología y causen que rechacemos la Palabra de Dios. Después de todo, el Mundo del Dios infalible que estuvo allí, que sabe lo que pasó, y que nunca miente, por seguro es más digno de nuestra confianza que las opiniones y experiencias de humanos falibles que viven en un mundo maldito por el pecado y empapado de muerte.
También, tome en consideración la experiencia de los israelitas. Luego de dejar Egipto ellos finalmente desobedecieron a Dios y fueron relegados a vagabundear en tierra salvaje por 40 años. Durante esos largos años de llevar un estilo de vida nómada, Dios los sostuvo de modo que sus ropas y zapatos nunca se desgastaron y sus pies nunca se hincharon (Deuteronomio 8:4, 29:5). Esto claramente es muy diferente a la forma en que nosotros observamos la forma en que Dios sostiene al Universo hoy en día (Hebreos 1:3) y es difícil de imaginarlo. O tome en consideración la protección sobrenatural de Dios para que a Sadrac, Mesac y Abed-Nego no los tocaran las llamas y el humo en el intenso horno de Nabucodonosor (Daniel 3:8–30).
Se enfatiza que esta no es nuestra experiencia normal. Seguramente el Dios que pudo mantener los zapatos, ropa y pies errantes de los israelitas y el que protegió a Sus siervos del fuego pudo sostener el perfecto mundo de antes de la Caída de tal forma que ninguna hormiga fuera aplastada accidentalmente. Esto no podría ser difícil para el Dios Todopoderoso quien creó el universo simplemente con Su voz. Al igual que lo será en el cielo, así fue en la tierra alguna vez, antes de la Caída; los accidentes nunca pasan en un mundo perfecto.
Esta objeción de la muerte accidental antes de la Caída es realmente una cortina de humo para tratar de esconder el hecho de que aquellos quienes se comprometen con ideas evolucionarias rechazan la Palabra de Dios y en su lugar están confiando en las opiniones falibles de los hombres. Necesitamos poner nuestra fe y nuestra confianza en el Mundo perfecto del Creador quien estuvo allí y quien nos contó el qué, el cómo y el cuándo lo creó.