Nota del editor: Este artículo fue publicado originalmente en la revista Answers.
En la actualidad, constantemente escuchamos advertencias acerca de que la evolución es necesaria para la ciencia. Sin la evolución, la medicina moderna no sería posible. Oh, ¿en serio? En lugar de hablar de generalidades, consideremos algunos ejemplos específicos.
¿Necesitas creer en la evolución para ser un buen médico? Algunos reclaman que la creencia en la evolución es necesaria para entender realmente la ciencia. Ellos afirman que la evolución es la base de la biología y, por lo tanto, de la medicina - lo último en la ciencia biológica aplicada. Y ellos reclaman que la aceptación de la evolución amiba-a-hombre, es la clave para el entendimiento de las enfermedades y el fundamento para los avances médicos.
Sin embargo, la ciencia experimental se ha involucrado haciendo observaciones, desarrollando y probando hipótesis, e ideando posibles soluciones para los retos mundiales en la medicina y el medio ambiente. Estas actividades no descansan en la aceptación de creencias inestables en el origen de la vida. En realidad, las creencias evolucionistas han dejado a muchos médicos perdidos a lo largo de la historia. La creencia que algunos órganos son sobras de vestigios inútiles, por ejemplo, ha resultado en la extirpación de incontables apéndices saludables, a pesar de la evidencia de que el apéndice sirve como parte del sistema inmune.
La evolución tampoco nos ayuda a combatir enfermedades bacterianas. La resistencia al antibiótico es falsamente promovida como evolución en acción. Los mecanismos genéticos ordinarios están trabajando cuando la bacteria resistente a los antibióticos llegó a ser dominante en poblaciones expuestas a los antibióticos. Pero la bacteria no evoluciona en una no-bacteria, o incluso en nuevos tipos de bacteria. La supervivencia de la bacteria resistente no es evolución. La noción errónea de que las bacterias están evolucionando y produciendo material genético nuevo no ha ayudado a los médicos en su lucha contra las infecciones que destruyen a la humanidad.
Tratar los defectos de nacimiento es otra área en la cual la evolución no ayuda. Benjamín Carson, el respetable cirujano de Johns Hopkins, quien no acepta la evolución, es un experto en defectos cráneofaciales. La atribución de procesos embriológicos que producen defectos de nacimiento a algún tipo de aberración evolutiva no mejoraría en absoluto la habilidad del Dr. Carson para tratarlos.
En realidad, entender por qué existe la enfermedad requiere aceptación de verdades bíblicas. La enfermedad y la muerte entraron en la perfecta creación de Dios porque Adán y Eva pecaron. Mutaciones destructivas, procesos degenerativos, anormalidades de desarrollo y accidentes fatales son el legado del pecado, no los supuestos “malos diseños” de Dios o “giros equivocados” de la evolución.
Un médico que verdaderamente entiende que Dios es el autor de la vida está mejor equipado para tomar decisiones éticas arraigadas en la santidad de la vida humana. En contraste, el dogma evolutivo exalta “la supervivencia del más apto”, por tanto desde un punto de vista evolutivo, los doctores no están haciendo ningún favor a la humanidad ayudando al débil a sobrevivir. El concepto de ayudar al enfermo es, de cualquier forma, consistente con el cristianismo, una manifestación de la moral y el amor cristianos. Así, no sólo no es necesaria la creencia en la evolución para ser un buen médico, sino que además, el dogma evolutivo se encuentra en oposición al corazón de las buenas prácticas médicas.