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¿Cuándo comienza la vida? Por cada especie que se reproduce, la respuesta es obvia: La vida empieza en el momento de la fecundación. Sin embargo, esta definición es contenciosa cuando algunos hablan del ser humano. A partir de la redefinición de la palabra concepción y hasta el dicho frecuente de “Es mi cuerpo. Yo decido”, el comienzo de una vida humana es controversial en la sociedad. Mientras esto no es una sorpresa en la sociedad pagana y post cristiana de muchas naciones occidentales, la ciencia biológica echa un baldado de agua fría a estos revolucionarios sociales. Una nueva vida comienza en el momento de la fecundación y punto.
Desde que Adán y Eva estaban en el Jardín del Edén, se requería de un hombre y una mujer para producir descendientes. No es de sorprender que aún hoy, en nuestra avanzada sociedad tecnológica, esa verdad permanece vigente. Aunque ahora es posible concebir a través de fecundación in vitro, bancos de esperma y embarazos subrogados, los gametos masculinos y femeninos son siempre necesarios para concebir un bebé.
Los hombres producen cerca de 300 millones de espermatozoides al día, pero de ellos solo uno logrará la fecundación. Un espermatozoide consiste en dos partes: la cabeza, que contiene el ADN del padre y la cola o flagelo que le sirve de propulsión. Una vez en el cuerpo de la mujer, el espermatozoide debe encontrar su camino hacia el óvulo, localizado en una de las trompas de Falopio. El espermatozoide exitoso debe ser el primero en penetrar la zona pelúcida que cubre el óvulo, la cual consiste de proteínas que unen el espermatozoide.1 Una vez el espermatozoide se adhiere, enzimas en su cabeza empiezan a penetrar la zona pelúcida,2 y numerosos procesos empiezan a prevenir que cualquier otro esperma penetre el interior del óvulo. Una vez el óvulo es fertilizado, será implantado en el útero y se seguirá desarrollando hasta el parto.
Para el óvulo, el camino es más simple. Cuando una mujer nace, ya tiene todos los óvulos en sus ovarios esperando ser soltados. Más o menos cada mes, el cuerpo de la mujer suelta un óvulo (muy raramente dos). Una vez el óvulo es liberado, viaja por la trompa de Falopio a la espera del esperma. El óvulo es “inteligente”. Sabe la diferencia entre esperma humano y no humano, y distingue también entre esperma y otras clases de células.3 Si no llega ningún espermatozoide, el óvulo es expulsado del cuerpo y se da comienzo a un nuevo ciclo.
Aunque el proceso aquí descrito está muy simplificado, aun así, muestra un elegante proceso de un Creador magnífico que ha diseñado vida para que se reproduzca según su género. Aún más importante para nosotros, Él nos creó a su imagen y tiempo después se hizo hombre para vivir como uno de nosotros (Filipenses 2:7) pero perfecto (Hebreos 4:15) y murió por nosotros (Marcos 10:45).
Biológica, genética y espiritualmente, en el momento en el que un espermatozoide fertiliza el óvulo, una nueva persona—hecha a la imagen de Dios (Génesis 1:27)—ha sido creada. Desde ese momento, cualquier intento de terminar la vida de ese bebé, incluso prevenir la implantación como lo hacen los abortivos, constituye asesinato.
Es completamente excesivo que cualquier nación, y mucho más un país con una herencia cristiana como los Estados Unidos, tolere por un momento más este genocidio cultural en contra de los más indefensos y débiles entre nosotros.
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