En la tarde del 31 de octubre de 2019, recuerdo salir de la ciudad de Querétaro, México en un bus de Primera Plus que toma 3 horas de viaje hasta el aeropuerto de la Ciudad de México. Esta ruta es común para mí, ya que la mayoría de los vuelos de México a Sudamérica parten de este aeropuerto; en este viaje en particular recuerdo haber salido la mañana siguiente a Perú para presentar unas conferencias. Saliendo de Querétaro, al llegar a la cima de los cerros que rodean el valle en el que se encuentra la ciudad, pude presenciar una vez más, los preparativos para El Día de los Muertos; una fila de vehículos decorados con flores e imágenes de la Virgen de Guadalupe (la patrona Santa María para los mexicanos) subían por los caminos rocosos. Asimismo, en la parte trasera de las camionetas, la mórbida Santa Muerte, que es una estatua esquelética muy venerada en México, esta era sacudida a la medida los vehículos abrían paso por las muchas zanjas. Recuerdo claramente haberme preguntado cuantos patrocinadores de Answers in Genesis (Respuestas en Génesis) conocían de la profunda oscuridad a la que Dios ha enviado nuestro ministerio para ser una luz resplandeciente.
Ahora bien, es octubre de 2020 todos estamos atravesando un año difícil, si estás en los EE. UU. te estás acercando a la celebración anual de Halloween, ya sea que se celebre, o no este año debido a la situación actual de COVID-19, sería beneficioso considerar cómo, o si un cristiano debería participar en esta celebración. La historia de Halloween es fascinante y se extiende a lo largo de siglos de tradición y práctica.1
En México tenemos una escena similar. Nuestros vecinos del norte (USA) han influenciado en la cultura mexicana y aunque el Día de los Muertos se celebra del 1-2 de noviembre, el 31 de octubre muchos niños participan de la versión de “trick or treat” llamada “pedir calaverita” No obstante, este hecho o tradición no se compara con los preparativos y la celebración del Día de los Muertos.
En el lanzamiento de la película de Disney Coco en el 2017, el mundo solo recibió una versión imparcial e infantil de esta celebración pre colonial de los muertos, aunque este evento anual está mezclado y ajustado a la tradición y el calendario católico sigue siendo fiel a su práctica nativa. Esta conocida celebración tiene Hanal Pixán (alimento de las almas) y en gran parte de la población de la Península de Yucatán y el resto de México el Día de los Muertos está lejos de ser una historia limpia, jovial y sentimental, como es referida en la película.
En estos dos días (originalmente solo era un día) dependiendo donde estas en México, las familias acuden a los cementerios locales con flores de Cempasúchil, también conocida como Caléndula mexicana (Tagetes erecta) con la comida y bebida favorita de sus seres queridos que han fallecido. En algunos lugares de Yucatán donde hay asentamientos mayas, los huesos de los parientes fallecidos se sacan de los ataúdes, son limpiados para ser exhibidos públicamente en este evento, adicional a esto, muchas personas participan en desfiles con atuendos coloridos y caras pintadas para lucir como calaveras. Tengo que admitir que la gama de colores y diseños son sin duda impresionantes, desde una perspectiva estética. Los cementerios y calles adoquinadas que una vez estuvieron apagadas cobran vida con colores exageradamente brillantes y los pequeños pueblos son invadidos con el olor de las flores y alimentos especiales para acompañar el zumbido de la actividad. No obstante, no hay que estar amedrentado de la apropiación y tolerancia cultural de este siglo 21 para evitar reconocer el mensaje plagado de oscuridad espiritual e identificar exactamente a quién o qué, está siendo venerado.
Para entender el Día de los Muertos en la actualidad, ayudaría mucho conocer y comprender sus orígenes.
Para entender el Día de los Muertos en la actualidad, ayudaría mucho conocer y comprender sus orígenes. Las poblaciones indígenas de Mesoamérica en su gran mayoría hicieron énfasis en la muerte, una gran cantidad de cráneos sacrificados y desmembrados pueden ser vistos al lado de las esculturas y piezas talladas de dioses y diosas en lugares como El Templo Mayor de Moctezuma en El Zócalo de la Ciudad de México. Además, una práctica común era el culto a los antepasados en un esfuerzo por apelar a los muertos por su influencia en la suerte de los vivos. La versión del “cristianismo” ofrecido por los conquistadores españoles fue más que todo imágenes para la buena suerte y prosperidad en las cosechas. Bernal Díaz, el terrateniente que acompañaba a Hernán Cortés, escribió en su bitácora como Cortés, después de ganarse a los caciques hacia un altar y levantaba una imagen de la Virgen de Guadalupe y una cruz. Después de una misa simulada frente a los líderes:
Cortés encomendó una vez más el cuidado de la bendita imagen y la cruz, expresando que siempre mantuvieran el lugar bien limpio, barrido y adornado con ramas, y que lo adoraran si querían gozar de buena salud y prosperidad en sus cosechas.2
A partir de ahí, la mayor parte de la tradición y la fe católica romana se adoptó para adornar o modificar ligeramente las creencias y prácticas originales. Una de las prácticas que celebraban los indígenas era la de venerar a los muertos y se hacía anualmente en el comienzo del verano. Hasta donde sabemos, la práctica era muy similar a la descrita aquí, pero por supuesto, sin los íconos católicos romanos y el “Padre Nuestro” y “Ave María” que se agregan a las frases de encantamiento. Según Patrick Johansson, un experto en las costumbres náhuatl, los orígenes pre- hispanos se basan en:
El culto al difunto y más concretamente con los rituales mortuorios destinados a orientar el "alma" del difunto hacia el correspondiente espacio-tiempo de la muerte, asumir culturalmente la degradación orgánica del cadáver, y a resolver catárticamente el dolor de los vivos.3
Como ocurre con gran parte de las costumbres indígenas, esta celebración pasó por un ajuste sincrético y en este caso, cambió la fecha al 1 de noviembre para coincidir con el Día de Todos los Santos del calendario católico. Este fue, por cierto, la mejor combinación en aras de la similitud.
El Día de Todos los Santos es un festejo especial en la que los católicos celebran a todos los santos, conocidos y desconocidos. Si bien la mayoría de los santos tienen un día especifico de fiesta en el calendario católico (por lo general, aunque no siempre, la fecha de su muerte), no se observan todos esos días de fiesta. Y los santos que no han sido canonizados, aquellos que están en el cielo, pero cuya santidad es conocida solo por Dios, no tienen un día de fiesta en particular.4
Además de las visitas al cementerio local, muchos disfrutan de coloridos desfiles que marchan por las calles del pueblo con la infame Nuestra Señora de la Santísima Muerte, comúnmente llamada Santa Muerte es ahora una dama esqueleto, como se mencionó anteriormente, vestida como muchos santos de pinturas pasadas como las de San Francisco de Asís. Es una de las figuras más destacadas de esta celebración en la actualidad. Aunque la Iglesia católica denuncia cualquier culto a esta figura, ella es una santa patrona que tiene gran poder para aquellos que lo creen. Se dice que es peligrosa si el solicitante de sus favores no cumple con sus votos, que por lo general es construir un santuario/altar con honor a ella en sus hogares o por lo menos usar un collar con su figura.
En cuanto a los cristianos, sabemos o deberíamos saber que todas las referencias en la Biblia sobre la comunicación con los muertos son prohibiciones explícitas, por ejemplo, en Deuteronomio 18: 9-12.
Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio. Hebreos 9:27 RVR60
Nuestra cultura relativista de hoy quiere poner cada cultura y práctica en una escala igual, en la que cualquier crítica solo puede ser por fanatismo y mente cerrada. Pero Dios nos dice en su Palabra no nos debemos conormar a este mundo (Romanos 12: 1-2) y que su Palabra es la verdad absoluta (Juan 17:17). Por lo tanto, no podemos unirnos a Disney con esta cultura posmoderna y restarle importancia a una celebración que busca adorar a la muerte misma,5 ayudar a los muertos a encontrar su lugar en la otra vida, o incluso que nos visiten en un sentido espiritual. Mi profesor, el Dr. Sam Waldron, dice con razón: "la muerte es la separación violenta y antinatural del cuerpo y del espíritu". No hay ninguna razón para celebrar la muerte. Hebreos 2:14-15 nos enseña que Satanás tiene el poder de la muerte y la muerte ha llegado como consecuencia del pecado del hombre (Romanos 5:12) un enemigo que Cristo destruirá (1 Corintios 15:25-26).
Entonces, ¿Dónde ubica esto a los cristianos que se glorían en la cruz de Jesús, un símbolo de la muerte? Aquí es donde realmente brilla la belleza divina del evangelio. Dios usó la muerte para vencer a la muerte. Cristo Jesús, el único Hijo eterno de Dios, tomó nuestra culpa, vergüenza y muerte sobre Sí mismo en la cruz, luego resucitó gloriosamente de entre los muertos al tercer día. No celebramos la muerte, sino nos gloriamos en la muerte y resurrección de Jesús, quien derrotó a Satanás y la muerte. Tenemos el evangelio de Jesucristo, y es la única dirección que podemos dar a otros para entrar en la gloria después de esta vida. Dios es eternamente todopoderoso y eternamente omnisciente, pero su paciencia con nosotros es temporal y tiene una fecha de caducidad fija. Una vez que morimos, no hay nada que nosotros o cualquier otra persona pueda hacer por nosotros. Nuestra oportunidad de ser perdonados y tener una relación correcta con Dios a través de Jesús es solo durante nuestra vida presente. No estamos aquí para pensar e influenciar por un lugar de descanso para nuestro amado difunto. Compartimos el evangelio de Jesucristo con todos en vida, antes de su inminente partida y encuentro con Dios y su santidad.
Servimos a un Dios santo y soberano que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, (Efesios 1:11). No necesitamos (y no debemos) pedir favores a los espíritus de los muertos, pero si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye (1 Juan 5:14-15).
En conclusión, como en todo, debemos ver más allá de la fachada del patrimonio culturalmente rico, las olorosas y bellas flores junto con la brillante y hermosa decoración. Nosotros, como seguidores de Jesucristo, debemos ver a través de lentes bíblicos con horror y lamento por las multitudes que adoran, sirven, y confían en la muerte misma. Debemos confiar exclusivamente en nuestro Creador y Redentor que dejó obsoleta la muerte para toda la eternidad. Cada día es un día que el Señor ha hecho que incluye el 31 de octubre al 2 de noviembre. Entonces celebremos la vida, la muerte y resurrección de nuestro precioso Señor y Salvador Jesucristo, compartamos de Él y su Palabra con los que todavía están bajo amenaza, poder y engaño de Satanás y la muerte.