En lugar de mirar al animismo como un tema amplio y general, veremos más a su sobrevivencia en diferentes formas en toda Latinoamérica. El animismo, por definición, es un sistema de creencias místicas, en el cual hay una “atribución de vida consiente a los objetos en los fenómenos de la naturaleza o los objetos inanimados.”1 En este sistema, hay un fuerte énfasis en el control de la “energía” mala y buena o los espíritus. Palabras, acciones e intenciones son casi como encantamientos que controlan el mundo de los espíritus. Este sistema se sostenía fuertemente en las Américas antes de la colonización y se encontró cara a cara con el cristianismo cuando los colonizadores europeos llegaron a las costas del Nuevo Mundo en el siglo XVI.
La boda del catolicismo con el animismo
En palabras del Papa Juan II:
En este punto, parece oportuno recordar todas las religiones primitivas, el tipo de religión animista, que ponen primero énfasis en la adoración de los ancestros. Parece que aquéllos que lo practican están particularmente cerca al cristianismo. Entre ellos los misioneros de la Iglesia encuentran más fácilmente un lenguaje común. ¿Hay, quizá, en esta veneración de los ancestros una clase de preparación para la creencia cristiana y la comunión de los santos, en la cual todos los creyentes - ya sean vivos o muertos - forman una sola comunidad, un solo cuerpo? La fe en la comunión de los santos es, básicamente, fe en Cristo, la única fuente de vida y santidad para todos. No hay nada extraño, entonces, en el hecho de que los animistas africanos y asiáticos se volvieran confesores de Cristo más fácilmente que los seguidores de las grandes religiones del Lejano Oriente.2
La Escritura declara:
Y si os dijeren: Preguntad a los encantadores y a los adivinos, que susurran hablando, responded: ¿No consultará el pueblo a su Dios? ¿Consultará a los muertos por los vivos? ¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido. Isaías 8:19-20
Una apreciación reconstruccionista de la historia es una manera común para esconder los errores de uno. Históricamente, a los grupos de personas indígenas animistas de América se les ofreció una manera de retener sus creencias dentro del marco católico re-etiquetando la idolatría y la adoración de los ancestros con santos y estatuas. La historia que ahora se explica al mundo es que el beneficio realmente fue debido a la proximidad de la religión animista al cristianismo. No obstante, este tipo de misticismo animista se condena en la Escritura3; entonces ¿cómo podría tener una proximidad al cristianismo? Bueno, no la tiene. Pero cuando la meta es someter a varios grupos de personas para un imperio con un emperador cuando hay tesoros y poder a ser ganados, las convicciones bíblicas siempre resultan ser las que pierden.
En la actualidad, no es inusitado encontrar médicos brujos en Latinoamérica que agregan las tradiciones de la ICR a sus encantamientos y hechizos. En Bolivia, algunos del grupo indígena Aymara rinden homenaje a la virgen María, que está entre sus otros espíritus dioses4 y, en México, cuándo se hace “mal de ojo” a un bebé lo cual es mala energía espiritual, usted incluso puede aprender cómo hacer su propio hechizo con la ayuda de videos para usar un huevo y hierbas para extraer el mal, pero siempre haciendo la señal de la cruz y quizá unos cuantos Padrenuestros y Avemarías.5
Tristemente, esta clase de mentalidad animista se abrió paso en mucha de la iglesia evangélica. Ahora muchos grupos en Latinoamérica, sin darse cuenta, han confundido a la tercera persona de la Trinidad con una fuerza animista. En vez de que los citadinos paguen a un médico brujo para cambiar sus circunstancias a nivel espiritual, ahora mucha gente bienintencionada es manipulada para dar todo lo que tienen a las grandes iglesias con la promesa de que la “relación” especial del pastor con el Espíritu Santo les traerá favor a sus vidas. En esos grupos este pastor/líder es llamado “el ungido de Dios” y nadie puede retarlo, porque sería igual a retar al “espíritu” mediante el cual obra. Este movimiento está creciendo por toda Latinoamérica y se esconde a sí mismo detrás de muchas etiquetas denominaciones comunes y cualquier mano que se levante para cuestionarlo encuentra crítica severa y excomunión.
Entonces, ¿qué hacemos? El enemigo de un entendimiento bíblico del evangelio de Jesucristo ha abierto su camino en muchos aspectos del “cristianismo” en Latinoamérica. Si arrancamos la cizaña, podríamos destruir el trigo junto con ella (Mt. 13:24-30). Los que somos seguidores de Cristo y reconocemos esta infiltración de lo más impía, quizá podríamos ir con el trigo y la cizaña y, al depender de la autoridad de la Palabra de Dios, enseñar a nuestras iglesias una cosmovisión bíblica y el evangelio a través de ella. Una gran manera en que Respuestas en Génesis hace esto es a través de las Siete Cs de la Historia.
La creación: El Dios eterno, omnipotente, omnisciente, omnipresente y único creó los cielos y la tierra y todo lo que hay en ellos en un periodo de seis días de 24 horas (Gn. 1; Éxodo 20:11). En el quinto día de la creación, creó los géneros representantes de las criaturas voladoras y las criaturas marinas. En el día sexto, creó los géneros representantes de los animales terrestres, y después a la humanidad. El género representante de la humanidad fue Adán (el hombre) hecho del polvo de la tierra; posteriormente en el mismo día, después de hacer dormir a Adán, Dios tomó una costilla de su costado y formó a la mujer, que posteriormente sería llamada Eva. Ambos, hombre y mujer estaban hechos a la imagen de Dios, ya que los dos reflejaban los atributos comunicables de Dios, y se les dio la orden de ser fructíferos y multiplicarse y someter la tierra. En la creación, mucho de lo que vemos y experimentamos hoy no existía, como el sufrimiento, la muerte, la enfermedad, y las espinas (Gn. 1:29-30). Dios, al final de Su creación, la cualificó declarándola “buena en gran manera” (Gn. 1:31). Esta creación era buena en gran manera, siendo que reflejaba el carácter de Dios. Dios creó un universo sin muerte, sufrimiento, extinción, corrupción, plagas, hambre, etc. Dios dio a la humanidad una prohibición y fue no comer del árbol del conocimiento del bien y del mal (Gn. 2:16-17). Eso nos lleva a la siguiente C.
La corrupción: En Génesis 3 leemos que la serpiente engañó a Eva negando no sólo la Palabra de Dios, sino también Su propósito.
¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de ningún árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni lo tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, conocedores del bien y el mal (Génesis 3:1b-5 RV 1960).
Ambos, el hombre y la mujer, comieron e instantáneamente en su pecado fueron separados espiritualmente de Dios. Desde ese punto en adelante, fueron corrompidos y podían sentirlo. Para cubrir su desnudez, la cual sólo es algo vergonzoso en un estado corrompido, cosieron hojas de higuera y cuando Dios vino al jardín para hablarles, en su recién descubierta vergüenza y culpa, se escondieron Él. Dios, en Su misericordia, los llamó y después de ser confrontados por lo que habían hecho, se les dieron recordatorios de que hay una gran diferencia entre una creación perfecta, “buena en gran manera”, y una en la cual hay rebelión y pecado. La serpiente, la mujer, el hombre y el suelo fueron maldecidos y el gemido cósmico comenzó (Romanos 8:20-22). Esta corrupción en la humanidad no sólo afectó a la parte culpable, sino a toda la creación. Como si no fuera lo suficientemente malo, no termina con Adán y Eva. La imputación, un cargo a la cuenta de otro, del pecado de Adán continuó en sus hijos y, por lo tanto, fueron transgresores voluntarios (Romanos 5:12). Esto se volvió evidente en el acto asesino de Caín con su hermano Abel. ¡Un asesinato a sangre fría porque Caín permitió que su envidia se enseñoreara de él de tal manera que prefirió a su hermano muerto! Por lo tanto, así como una mayor fuerza de trabajo produce naturalmente un mayor volumen de producto, mientras la población aumentó, también lo hizo la maldad. Una vez que la maldad del hombre alcanzó un punto intenso, Dios le reveló a un hombre, Noé, que iba a destruir el mundo con agua, pero también le dio el mandamiento de construir un bote para salvación, el arca.
La catástrofe: Una vez que el arca fue completada, Noé, su esposa y sus tres hijos con sus esposas entraron al arca junto con dos (siete de algunos) de cada género de animal terrestre y ave. Finalmente llegó el día cuando Dios cerró la puerta antes de que las fuentes del abismo se rompieran y cayeran las lluvias. Después de 40 días y 40 noches, entonces el arca estaba flotando y el mundo inundado. Las únicas personas salvadas de este diluvio violento y mundial fueron las 8 que abordaron el arca. Esta catástrofe ha dejado su marca por todo el globo. Hay muchas capas de rocas sedimentarias que fueron depositadas por agua y están llenas de fósiles. ¡Estas capas sedimentarias están llenas de fósiles marinos desde la capa superior hacia abajo!
Después de vivir próximamente un año en el arca, las aguas retrocedieron y los que estaban a bordo finalmente pudieron entrar al mundo posdiluviano. Pronto después Dios hizo un pacto con Noé, su familia y todos sus descendientes (Gn. 9:1-17) en el que dio una orden similar a la que había dado a la pareja original en el jardín: Fructificad, multiplicaos y llenad la tierra (v. 1).
Este mandamiento, en la superficie, puede ser interpretado como una tarea fácil e incluso algo que ocurriría naturalmente mientras las familias se multiplicaran y exploraran esta tierra posdiluviana. Sería fácil pensar de esto incluso más como una profecía que como un mandamiento, siendo que la humanidad tiende a hacer esto de cualquier forma. Pero considere esto: según nuestra propia estimación, ¿cuánto de nuestra identidad hoy realmente está arraigada en quiénes somos en Cristo y cuánto está arraigada en quiénes creemos que somos como personas? La respuesta puede sorprendernos si hacemos un inventario honesto. En un débil esfuerzo para hacerse un nombre para sí mismos, la creciente población, en lugar de llenar la tierra, decidió no moverse y construir.
Esto es un recordatorio que, mientras haya hijos de Adán y Eva en este mundo, el aislamiento de aquéllos que tratan de vivir con principios morales no erradicará el pecado. El propósito del diluvio nunca fue erradicar al mal y al pecado del mundo, porque Dios salvó a ocho pecadores.
La confusión: En respuesta a esta rebelión descarada, Dios confunde los idiomas y cada grupo con su respectivo idioma se esparce por toda la faz de la tierra. El pecado en estas personas no es imperceptible. Compare el mandamiento de Dios en el pacto Noaico con la respuesta de ellos: Fructificad, multiplicaos y llenad la tierra (Gn. 9:1) con “hagámonos un nombre, por si fuéramos esparcidos sobre la faz de toda la tierra” (Gn. 11:4b). El efecto de la confusión fue justo lo opuesto de lo que estos hombres y mujeres pecadores estaban tratando de lograr… y desde allí los esparció [Dios] sobre la faz de toda la tierra (Gn. 11:9b).
Antes de esta separación, un hijo de la familia A en la llanura de Sinar podía conocer a la hija de la familia B al otro lado de la llanura en algún evento, casarse y tener hijos. Esto era cierto para las familias C, D, E, F, G, H, etc., pero algo interesante sucedió, lo cual sucede cada vez que un grupo es aislado. Ahora bien, desde la dispersión, debido mayormente a las barreras geográficas y de idioma, la familia C tiene un potencial de casamiento mucho más limitado. Ahora, un hijo de la familia A que migra lejos de Sinar, como está escrito en Gn. 11, llega a la madurez y está listo para casarse pero no se encontrará con la familia B ( incluso no entenderá el lenguaje de ellos). Ahora, en vez de familia, una nueva unidad se desarrolla: el grupo de personas. En el grupo de personas A, un hijo de la familia 1 del grupo de personas A se casa con la hija de cualquier familia 2, 3, o 4, etc. del mismo grupo de personas A. De lo que comenzó en Sinar como un grupo de personas con diferentes familias que se casaban entre sí, ahora son diferentes grupos de personas que tienen diferentes familias en sí para casarse, pero mayormente sólo entre su propio grupo de personas. Esto forma diferentes grupos de personas con culturas distintivas y acervos genéticos aislados. Dentro de cada grupo de personas, diferentes rasgos respectivos a cada grupo se vuelven dominantes dentro del grupo y ésta es la causa por la que haya ciertas similitudes dentro de los respectivos grupos de personas.
Lo que resulta de esto son diferentes grupos de personas (que en muchos casos crecen a tribus, luego algunos a naciones) de hijos e hijas pecadores de Adán a lo largo del globo, cada uno con su propio conjunto de respuestas distorsionadas, y algunas inventadas, para los orígenes, el pecado, el significado, la moralidad y el destino.
Hasta ahora, hemos visto la Creación, la Corrupción, la Catástrofe, y la Confusión. Éstas son sólo 4 de las 7 que vamos a discutir, y en el siguiente capítulo veremos las últimas 3, pero no aisladas de las primeras 4, sino como complementarias y como un cumplimiento.
Sin embargo, en conclusión veamos cómo algo de esta historia fundamental explica una cosmovisión bíblica en sólo dos puntos: la eternidad y la inmutabilidad de Dios, y como entonces combate todas las formas del ataque del sincretismo sobre la autoridad bíblica.
Génesis 1:1: En el principio... Dios. Génesis 21:33: Y plantó Abraham un árbol tamarisco en Beerseba, e invocó allí el nombre de Jehová Dios eterno. Salmos 90:1-4: Señor, tú nos has sido refugio de generación en generación. Antes que naciesen los montes y formases la tierra y el mundo, desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios.
Santiago 1:17: Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.
Si, por ejemplo, la pachamama es dependiente de la tierra, entonces es finita y no eterna. Pero también, si decimos que no es dependiente, ¿entonces por qué tanta preocupación ambiental por ella? Si existió antes de la tierra, entonces es maleable, a diferencia del Dios de la Biblia (Malaquías 3:6, Salmos 102:25-27, ¡y muchos otros más!). El contraargumento para esto no es una justificación para el tratamiento rapaz de la tierra, sino que sólo es para indicar la extensión del daño, ya sea de la creación misma, o un daño a una deidad dentro de ella.
Por lo tanto, con estos dos puntos en mente, la Palabra de Dios es la revelación especial del Creador del universo para los hombres y mujeres finitos que fueron creados a la imagen de Dios. Por lo tanto, todas las percepciones de la realidad de los humanos, dentro de sus capacidades finitas y, por lo tanto, limitadas y dañadas (Romanos 1:21) no pueden ser autoritativas. Nosotros, como humanos, podemos saber lo suficiente para saber que erramos, incluso cuando aparentemente tenemos las mejores intenciones (“mejores” en términos relativos). Esta revelación especial de Dios viene de un Dios eterno e inmutable; por lo tanto, las verdades de Su Palabra son relevantes y autoritativas sin importar el tiempo o las opiniones de la humanidad en ella.
Un poeta escribió:
Pachamama eres nuestra Madre, la primera madre en este mundo que el Todopoderoso creó.
Eres madre mujer generosa que nos brindas todos los alimentos.
De ti nacen las vertientes de agua que forman ríos, cuyos caudales van creciendo y van regando las llanuras.
De ti se forman las montañas donde el cóndor alza el vuelo.
También eres tierra firme donde nacen árboles frondosos, y mil riquezas guardas en tu corazón.
En las mañanas nos brindas tus sonrisas, cuando sale el sol te vistes de bellas flores de mil colores.
Sonríe Madre Tierra que las aves te cantan.
Somos tus hijas, que alimentas con tu naturaleza.
Somos mujeres como tú; por eso, te defendemos, con nuestros pies firmes para que nadie destruya tus riquezas.1
¿Qué autoridad podemos encontrar en un papado falible o una deidad débil, “creada” y dependiente como pachamama, o en quienquiera o cualquier otra cosa en ese caso?
Consideremos:
¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano y los cielos con su palmo, con tres dedos juntó el polvo de la tierra, y pesó los montes con balanza y con pesas los collados? ¿Quién enseñó al espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole? ¿A quién pidió consejo para ser avisado? ¿Quién le enseñó el camino del juicio o le enseñó ciencia, o le mostró la senda de la prudencia? He aquí que las naciones son para él como la gota de agua que cae del cubo, y como menudo polvo en las balanzas le son estimadas; he aquí que hace desaparecer las islas como polvo. Ni el Líbano bastará para el fuego, ni todos sus animales para el sacrificio. Como nada son todas las naciones delante de él; Y en su comparación serán estimadas en menos que nada, y que lo que no es. ¿A qué, pues, haréis semejante a Dios o qué imagen le compondréis? El artífice prepara la imagen de talla, el platero le extiende el oro y le funde cadenas de plata. El pobre escoge, para ofrecerle, madera que no se apolille; se busca un maestro sabio, que le haga una imagen de talla que no se mueva. ¿No sabéis? ¿No habéis oído? ¿Nunca os lo han dicho desde el principio? ¿No habéis sido enseñados desde que la tierra se fundó? Él está sentado sobre el círculo de la tierra, cuyos moradores son como langostas; él extiende los cielos como una cortina, los despliega como una tienda para morar. Él convierte en nada a los poderosos, y a los que gobiernan la tierra hace como cosa vana. Como si nunca hubieran sido plantados, como si nunca hubieran sido sembrados, como si nunca su tronco hubiera tenido raíz en la tierra; tan pronto como sopla en ellos se secan, y el torbellino los lleva como hojarasca. ¿A qué, pues, me haréis semejante o me compararéis? dice el Santo. Levantad en alto vuestros ojos y mirad quién creó estas cosas; él saca y cuenta su ejército; a todas llama por sus nombres y ninguna faltará. ¡Tal es la grandeza de su fuerza y el poder de su dominio! (Isaías 40:12-26)
Y adivine que... ¡Dios ha hablado!