Los pájaros enojados están genéticamente programados para la agresión . . . . Pero aun así siguen siendo pájaros.
“La variación individual es la materia prima de la evolución,” señala Kimberly Rosvall de la Universidad de Indiana. “En nuestro informe mostramos que los pájaros que no viven en cautiverio varían en su agresividad y que los individuos más agresivos expresan altos niveles de genes asociados con el procesamiento de la testosterona en el cerebro”. El estudio de Rosvall sobre los pájaros junco salvajes demostró que la variación de la sensibilidad cerebral a las hormonas (pero no la cantidad real de hormonas presentes) se correlaciona con el comportamiento. El estudio también revela un mecanismo a través del cual las hormonas como la testosterona promueven la agresión. Los investigadores creen que sus resultados ayudan a explicar la evolución del comportamiento agresivo.
El hecho bien sabido que las hormonas afectan el comportamiento es, por supuesto, la base de prácticas tales como la castración de animales. “Sin embargo, muy pocas personas han investigado para ver si efectivamente los individuos varían en expresión de esos genes (aquéllos relacionados con la sensibilidad hormonal) y si esta variación significa algo en términos de la conducta de un animal”, señala Rosvall. “Nuestro trabajo muestra que sí lo hace”.
Las hormonas, como la testosterona y el estrógeno, son mensajeros químicos. Ellas circulan por el cuerpo a través de la sangre y, por lo tanto, pueden afectar a muchos órganos objetivo, incluso el cerebro. Las células de aquellos órganos objetivo deben tener receptores para una hormona particular para poder reaccionar. Aquellos receptores se elaboran cuando se expresan los genes que dirigen su estructuración. Por lo tanto, si se encuentran niveles altos de mensajeros RNA (mRNA) asociados con un gen particular, ese gen se expresará fuertemente.
El equipo de la Dra. Rosvall encontró que los pájaros junco salvajes con altos niveles de mRNA para varias hormonas demostraron comportamientos más agresivos hacia pájaros del mismo sexo.
El equipo de la Dra. Rosvall encontró que los pájaros junco salvajes con altos niveles de mRNA para varias hormonas demostraron comportamientos más agresivos hacia pájaros del mismo sexo. La elevada sensibilidad hacia las hormonas se presentó en las áreas de los cerebros de estos pájaros asociadas con el comportamiento agresivo y el control del canto territorial. Por ejemplo, los machos con más mRNA receptores para estrógeno cantaron hacia los intrusos. Los pájaros piquero de ambos sexos tuvieron más receptores mRNA relacionados con la testosterona.
A pesar de que se sabe que las hormonas afectan el comportamiento, los niveles de la hormona testosterona circulante no se correlacionan bien con la agresión. A partir de este estudio, por lo menos para los pájaros Junco, parece ser que la sensibilidad del cerebro mediada genéticamente para la testosterona influye en el comportamiento agresivo, más bien que la cantidad de testosterona presente.
“Por una parte, tenemos un montón de evidencia que sugiere que la testosterona es importante en la evolución de todo tipo de rasgos,” explica Rosvall. “Por otra parte, sabemos que las variaciones individuales son un requerimiento para la selección natural, pero la variación individual en la testosterona no siempre predice el comportamiento. Este acertijo ha llevado al debate entre los investigadores respecto a cómo evolucionan los rasgos mediadores de hormonas”.
Encontrar esta fuerte relación entre la expresión genética individual y un comportamiento que afecta al éxito en los intentos por reproducirse hace señalar a los científicos evolucionistas que han descubierto un mecanismo por el cual “. . . la evolución puede moldear el comportamiento a través de los cambios en la expresión de aquellos genes”.
La razón de por qué algunos genes se expresan más fuertemente en ciertos pájaros permanece como una pregunta abierta. Existe una posibilidad, notan los investigadores, que las presiones ambientales puedan acelerar o desacelerar tal expresión genética. Controles epigenéticos similares han sido encontrados en otras áreas de la biología animal y humana. Mientras tal idea tiene un sello Lamarkiano asociada a ella, el aumento de varios rasgos dentro de un género creado o incluso una especie no tiene nada que ver con la evolución de nuevos tipos de animales. La expresión genética influenciada por el ambiente - si es que aquél resulta ser el caso aquí – sólo ayudaría a explicar cómo se producen variaciones de comportamiento dentro de un género creado.
Los hallazgos de este estudio, cualquiera que sea la causa de la variación, ayudan a explicar cómo pueden ocurrir las variaciones de comportamiento dentro de una especie. Sin embargo, el cambio dentro de una especie creada no es evidencia de la evolución de una especie en un nuevo tipo. Tales "nuevas formas" requerirían nueva información genética, no sólo una expresión alterada de información existente. Los evolucionistas nunca han proporcionado un mecanismo biológico válido para la producción de nueva información genética.
No es necesaria la evolución de moléculas-a-hombre para producir un pájaro enojado. Y la sensibilidad neuronal a las hormonas es totalmente insuficiente para empezar a producir un no-pájaro. Y las aves, al igual que todos los animales, fueron creadas para reproducirse según su especie y se les dio la posibilidad de cambiar dentro de esas especies. Estudios como éste nos muestran una de las maneras en las que puede ocurrir tal variación, hasta la producción de variedades y especies más agresivas.
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