Los creacionistas están viendo un éxito cada vez mayor al intentar convencer a la gente que los dinosaurios no dejaron de existir hace 65 millones de años, sino que, de hecho, fueron contemporáneos con los humanos. Mientras que los evolucionistas se irritan con aquello que llaman analfabetismo científico, recientes reportes seculares han ayudado inconscientemente al creacionismo.
Un artículo de Ciencia Popular dice que los dragones no son necesariamente mitológicos, sino que, en cambio, tienen una biología basada en la “vida real” (a pesar de que no todas las características de los dragones se encuentran en una sola criatura).1 El artículo dice que la mayoría de las características clásicas de los dragones también se encuentran en otras especies. Algunos escarabajos, por ejemplo, muestran algo parecido a escupir fuego cuando avientan químicos de su abdomen para quemar a humanos o criaturas que los hagan sentirse amenazados. Además, estudios de fósiles de pterosaurios muestran que tenían alas parecidas a las de un dragón.
Los creacionistas tienen una explicación lógica para las leyendas de dragones y dicen que estas criaturas no son para nada mitológicas. Algunas versiones de la Biblia mencionan a los “dragones” en varias partes y muchas culturas diferentes entre sí tienen leyendas de gente que tuvo encuentros con dragones. A pesar de que estas historias a veces son fantasiosas, en ellas se describen a los dragones como si fueran parecidos a los dinosaurios. Pero el caso más convincente de interacción entre el hombre y el dragón se encuentra en Génesis: los animales terrestres fueron creados en el Sexto Día de la Semana de la Creación, al igual que Adán. Así que los dinosaurios (también conocidos como dragones) fueron creados junto con el hombre.