El caballo y el tractor

Por qué Dios y la evolución no se mezclan

por John Woodmorappe marzo 6, 2008
También disponible en English

Originally published in Creation 22, no 4 (September 2000): 53.

Había una vez, un vendedor que conoció a un granjero, quien felizmente usaba un arado tirado por un caballo. El vendedor, refiriéndose al tractor de diesel recién inventado, dijo, ‘Estoy aquí para hablarle sobre la máquina que le cambiará su vida.’

Luego de aprender cómo funcionaba el tractor, el granjero señaló, ‘Entonces, el tractor es una nueva forma por medio del cual el caballo tira el arado, ¿cierto?’

‘Para nada,’ dijo el vendedor. ‘El tractor no trabaja con el caballo. El tractor reemplaza al caballo.’ El vendedor le explicó luego al granjero cómo el tractor se auto impulsaba y simplemente no requería un caballo. ‘Ya veo,’ musitó el granjero. ‘Pero aún así, puedo combinar el caballo y el tractor poniendo el tractor en neutro, y dejando luego que el caballo lo jale al igual que el arado.’

‘Espere un minuto,’ dijo el vendedor. ‘Eso no tiene sentido. ¿Para qué tener al caballo empujando el tractor y el arado? Si va a usar el tractor, déjelo que funcione con su propia energía. Si quiere usar el caballo, de todas formas, déjelo que are por sí mismo. No haga que el pobre animal hale una máquina tan pesada sin razón.’

‘En ese caso,’ respondió el granjero, ‘Yo manejaré el tractor, y sólo usaré el caballo para recreación. Pero siempre que maneje mi tractor, le diré a todos que en realidad mi caballo lo está empujando.’

Sacudiendo su cabeza en asombro, el vendedor respondió, ‘Usted puede hacer lo que quiera. Pero recuerde, el tractor se mueve por sí mismo. El caballo no tiene nada que ver con él.’

‘Oh, pero ahora usted se equivoca,’ dijo el granjero, con convicción. ‘Sólo porque no podamos ver al caballo en algún lugar alrededor del tractor no significa que el caballo no está allí, jalándolo invisiblemente.’

El vendedor suspiró y se puso su abrigo. ‘Sí, claro,’ replicó, dirigiéndose hacia la puerta. ‘No puedo entenderlo. El caballo sólo tiene una presencia imaginaria en la propulsión y operación del tractor. De hecho, señor, no existe ninguna diferencia, aparte de lo que usted quiera decir, entre un tractor funcionando por sí mismo y un tractor siendo empujado por un caballo invisible.’ Y se fue a buscar otros compradores.

La moraleja: la necedad de combinar un caballo y un tractor es equivalente a combinar a Dios con la evolución en la así llamada evolución teísta. Una explicación naturalista, evolutiva (para el origen de la vida, por ejemplo, el origen de los primeros animales) no necesita a Dios actuando para mover las cosas por ahí. Dios, como el caballo, es bastante irrelevante. Si el tractor está trabajando apropiadamente, el caballo puede vagar por el pasto.

Igualmente, imaginar a Dios ‘trabajando a través’ de la evolución naturalista es un sin sentido comparable a tener un caballo tirando de un tractor en neutro. Si la evolución naturalista es una explicación verdaderamente suficiente, funcionará con su propia energía: eso es, da cuanta de lo que observamos en términos puramente de fuerzas y entidades naturales. Podríamos inventarnos otros roles para Dios (si seguimos viendo una necesidad para él), pero crear seres vivos no está entre ellos.

Por otro lado, si la evolución no es suficiente (si el tractor no funciona) entonces ¿por qué amarrar a Dios a la explicación? ¿Por qué comprometer a Dios el Creador pidiéndole que ‘empuje’ un proceso evolutivo falso, para no mencionar cruel e inútil?

Lo más extraño de todo es, sin embargo, retener un rol nominal o estrictamente retórico para Dios en un proceso que no tiene necesidad de él. El granjero que dice que, a pesar de todas las apariencias, el tractor funciona porque su caballo lo está empujando invisiblemente, no va a ganar la confianza de sus vecinos. En lugar de eso, probablemente sentirán lástima de él por su auto engaño.


La evolución ‘teísta’ y la naturalista son funcionalmente idénticas. La única diferencia es el lenguaje teológico vacío adjuntado a la primera : sin hacer mayor diferencia que la de un caballo invisible a un tractor.

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