Darwin frente al ojo

por Tom Wagner marzo 3, 2008
También disponible en English

Originally published in Creation 16, no 4 (September 1994): 10-13.

El mismo Carlos Darwin se dió cuenta de que parecía increíble que los procesos evolutivos tuvieran que explicar la visión humana. Él dijo:

'Suponer que el ojo con toda su inimitable complejidad para ajustar su centro focal a distintas distancias, para reconocer distintas cantidades de luz, y para corregir las desviaciones esféricas y cromáticas, pudiera haber sido formado por la selección natural, parece, y lo confieso francamente, absurdo en sobremanera.' 1

Y sin embargo, posteriormente en el mismo capítulo de su libro, él explica por qué, de todos modos, creía que el ojo evolucionó y que el 'disparate' era ilusorio. Si Darwin hubiera tenido el conocimiento que el hombre tiene hoy en día acerca del ojo y su sistemas asociados ( el cual es mucho mayor que en su tiempo ), habría abandonado su teoría naturalista sobre el origen de los seres vivos.

Uno de los fascinantes descubrimientos en el estudio de la moderna oftalmología ( ciencia de los ojos ) es que, además de lo que Darwin pudo observar, existen tres movimientos del ojo casi imperceptibles. Éstos tres, denominados ' temblores, giros y sacadas', son causados por diminutas contracciones de los seis músculos ligados a la parte exterior de cada uno de sus ojos. Cada fracción de segundo estos músculos cambian ligeramente la posición del globo ocular, automaticamente, sin ningún esfuerzo consciente de su parte, haciendo posible lo que usted conoce como visión.

Los temblores -los más pequeños y posiblemente los más fascinantes de estos movimientos, mueven su globo ocular rápidamente y sin interrupción alrededor de su centro en sentido circular. Éstos hacen que la cornea y la retina ( partes anterior y posterior ) de sus ojos se muevan en círculos de diámetros increiblemente pequeños de aproximadamente 1 / 1000 (0,001) milímetros, ó 0,00004 pulgadas.

Este tamaño es aproximadamente 70 veces más pequeño que el espesor de un trozo de papel. Observe atentamente un trozo de papel por su borde, ahora intente imaginarse 70 círculos del mismo diámetro ( OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO ) tocándose el uno al otro situados en fila india a lo ancho del espesor del papel. Si puede usted imaginarse esto, tendrá una correcta idea de la naturaleza minúscula de los temblores y al mismo tiempo apreciará al Creador el cual ha demostrado Su capacidad al diseñar tal característica.

Una característica aún más asombrosa de los temblores es que los aparentemente infatigables músculos que los producen mueven sus ojos entre 30 y 70 veces cada segundo. Si hicieran ruido, eso sería suficientemente frecuente como para producir un zumbido grave. Asombrosamente, cada uno de sus ojos realiza, por término medio, uno millón de pequeños movimientos circulares cada 5 horas y media. El número de temblores que ocurren a lo largo de la vida es astronómico.

Aunque los temblores no son lo bastante grandes como para ser visibles sin grandes aumentos, usted no podría ver correctamente sin ellos.

Por ejemplo, piense en lo que ocurriría si éstos y todos los otros movimientos oculares cesaran de repente mientras que usted mira fijamente el rostro de alguna persona. Las células fotosensoras de su retina se 'estancarían' rápidamente, y dejarían de enviar información fresca a su cerebro, provocando que la imagen percivida se desvaneciese adoptando un tono gris uniforme en el plazo de algunos segundos. Si la persona a la que usted mirara sonriese, su boca, y tan solo su boca, reaparecería momentáneamente en un campo visual de la nada !

( Esto se ha hecho en el laboratorio, 2 y se dice que parecía la sonrisa del gato de Alicia en el País de las Maravillas. )

La reaparición de tan solo una parte del rostro ocurriría porque tan solo la boca se movería, provocando un cambio momentáneo en esa parte de la imagen que la retina estaba viendo en ese momento.

Por consiguiente, un cambio continuo en la luz que se proyecta sobre cada célula de la retina de sus ojos es crucial para una visión constante. De ahí la necesidad de los temblores que Dios ha creado para alimentar la retina con una imagen que cambia ligeramente muchas veces cada segundo. Sin estos temblores, que son probablemente el fenómeno más importante para la visión normal, usted tendría que mirar y remirar constantemente o bien alterar continuamente la luz sobre un objeto para poder ver algo durante más que unos pocos segundos seguidos.

Durante los movimientos giratorios, el ojo se mueve relativamente despacio y suavemente a partir del lugar adonde usted mira hasta que alcanza un ángulo igual a aproximadamente 12 veces el tamaño de un temblor. En este punto el ojo automaticamente salta de golpe, dando una 'sacada', y regresa a su posición original. Las sacadas que ocurren hasta varias veces cada segundo, son sacudidas muy rápidas que se utilizan para corregir cualquier desviación que ocurra. Este experimento le mostrará que sus ojos en realidad se están moviendo constantemente, aunque a usted le parezca que no es así.

Mire intensamente al centro de este gráfico ( 1, 2 Mb JPG ). Debería usted observar un pequeño 'efecto psicodélico de resplandor trémulo' que parece centellear aunque usted intente mantener sus ojos inmóviles. Este fenómeno se puede realzar si, mientras usted mira fijamente a la figura, se aparta a la distancia de la longitud de un brazo, y entonces tuerce o gira su cuerpo. Cada vez que tiene lugar un giro aleatorio o una pequeña sacada, la nueva imagen que ve su retina parece superponerse o interferir con la 'post-imagen' persistente desde la fracción de segundo anterior. Esto es lo que causa la apariencia de movimiento cambiante dentro del gráfico.
En este experimento, los temblores son demasiado pequeños y demasiado rápidos como para tener un efecto apreciable.

En movimientos de escaneado como la lectura se emplean grandes sacadas. Mientras usted lee este artículo, puede pensar que su vista está escaneando suavemente, letra tras letra, o palabra tras palabra, pero no es así. En lugar de eso, sus dos ojos perfectamente alineados y sincronizadamente saltan juntos, dando sacadas como 'tirones-regresivos', sobre cada línea. Durante el instante en el que ocurre la sacada, su visión se empaña, de tal forma que entre los saltitos hay breves pausas que dan al sistema ocular-cerebral el tiempo necesario para descifrar las letras impresas obteniendo así frases con sentido.

Piense en el desafío que supondría para un ser humano crear el código genético necesario para producir un sistema nervioso tan detallado como para hacer posibles movimientos musculares precisos y coordinados (como temblores, giros y sacadas). Cuando Darwin hizo sus suposiciones sobre el origen de los órganos, no tenía en absoluto el conocimiento que nosotros tenemos en el presente. Si él hubiese sido consciente de la necesidad de estos movimientos del globo ocular con saltos minúsculos y precisos, que suceden continuamente mientras estamos despiertos, puede que hubiese abandonado su teoría de la evolución considerándola una especulación insensata e impracticable.

En realidad hay abundante evidencia de la obra del Creador en todo lo que vemos alrededor de nosotros, y en el instrumento con el que lo vemos.

Referencias

1. Brill, Dieter R., Falk, David S. y Stork, David G. Seeing The Light: Optics in Nature, Photography, ColourVision, and Holography [Observando la Luz: Óptica en la Naturaleza, Fotografía, Visión en Color, y Holografía], Harper & Row Publishers Inc., New York, 1986, pp. 192-193.

2. Cornsweet, Tom N. Visual Perception [ Percepción Visual ], Academic Press, New York, 1970, páginas 399 404.

3. Darwin, Charles. The Origin of Species [ El Origen de las Especies], J.M. Dent & Sons Ltd, London, 1971, p. 167.

4. Freese, Arthur S. The Miracle of Vision [El Milagro de la Visión], Harper & Row Publishers Inc., New York, 1977, páginas 46 49.

Escrito por Tom Wagner
Tom Wagner es un profesor de ciencias en Indiana, EE.UU. Es un fotógrafo entusiasta, cuyos artículos y fotografías aparecen frecuentemente en la revista Creation.

Un fascinante descubrimiento después del tiempo de Darwin son las tres grandes clases de casi imperceptibles movimientos del ojo giros, temblores y sacadas. Para mostrar que sus ojos siempre se están moviendo, incluso cuando usted piensa que no, estudie el gráfico que hallará en el artículo anterior. Sobre la imagen que usted ve se superpone una 'pos-imagen', produciendo un efecto de parpadeo que parece moverse. Intente mantener su ojo inmovil: el efecto de parpadeo persiste.

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