Ezequiel: Morar con Dios

Devocional de Navidad: Día 22

por Lita Sanders diciembre 24, 2024
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Y me dijo: Hijo de hombre, este es el lugar de mi trono, el lugar donde posaré las plantas de mis pies, en el cual habitaré entre los hijos de Israel para siempre. Ezequiel 43:7

Ezequiel nació para ser sacerdote. Como levita, habría sido preparado desde joven para conocer las leyes específicas que regían los sacrificios y a quienes los ofrecían. Cuando cumpliera 30 años, estaría capacitado para ofrecer sacrificios e interceder por Israel. Pero Ezequiel pasó su trigésimo año en el exilio.

Es posible que Ezequiel se asombrara de que las profecías le llegaran mientras estaba lejos del templo y de la tierra prometida. El mismo año en que habría comenzado sus deberes sacerdotales, fue comisionado para llevar un mensaje de juicio a la nación exiliada. Pero junto a este mensaje de juicio había una esperanza de restauración. Catorce años después de la toma de Jerusalén y la destrucción del templo, Dios dio a Ezequiel la visión de un nuevo templo.

Aunque Ezequiel recibió medidas detalladas en su visión, Esdras y Nehemías no construyeron el segundo templo según estas especificaciones, ni hay una orden de hacerlo en esta visión. El detalle sobre el agua que sale del templo, que comienza como un hilo y termina como un gran río (Ezequiel 47:1-6), indica que se trata de una visión simbólica sobre una futura restauración. Los árboles a ambos lados del río, que dan fruto cada mes con hojas curativas (versículo 12), prefiguran la visión de Juan de la nueva Jerusalén y aportan un elemento edénico a la visión.

En lugar de ir a algún lugar para morar con Dios, Dios descendió para morar con nosotros.

Los judíos de la época de Ezequiel se enfrentaban a una crisis teológica. Se suponía que eran el pueblo de Dios, pero después de generaciones de idolatría y quebrantando la ley de Dios, habían sido alejados de la tierra que Dios les había prometido-y del templo que se había convertido en una parte clave para guardar la ley de Dios. ¿Cómo iban a cumplir la ley de Moisés si muchos de ellos nunca volverían a la tierra donde debía cumplirse?

El templo de Ezequiel simbolizaba un día en el que la gente tendría tal comunión con Dios que no necesitaríamos un templo. En lugar de ir a algún lugar para morar con Dios, Dios descendió para morar con nosotros.

Pregunta para el debate/reflexión: Hoy sabemos que el Espíritu Santo habita en los creyentes y que, por esa razón, a nuestros cuerpos se les llama templo del Espíritu Santo. ¿Tiene esto alguna repercusión en la forma en que debemos tratar nuestros cuerpos?

Sugerencia de oración: Agradece a Dios por habitar con nosotros dondequiera que estemos y por la promesa de que estaremos con él para siempre en el nuevo cielo y la tierra nueva.

Esperando la Promesa

¡Este devocional sobre las promesas de Dios desde hace 4000 años antes del nacimiento de Cristo resalta su gran amor por nosotros; al enviar a su único Hijo para ofrecer salvación a los pecadores!

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