Steve Ham, ReG-EE.UU., discute el tema del luto y cómo podemos encontrar verdadero consuelo en medio de este sufrimiento.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. (Mateo 5:4)
La gran pregunta para hoy: ¿Dónde se puede encontrar el verdadero consuelo?
Por años he visto a mi propia madre lamentar la muerte de su esposo y su hijo (mi hermano). El dolor relacionado con ese lamento todavía afecta su vida. La pérdida de un cónyuge o hijo debe de ser uno de los momentos más difíciles que una persona puede enfrentar en esta vida. A veces con el tiempo el dolor se puede mitigar. Los amigos y el trabajo pueden hacer lo mismo, pero sin una solución eterna para la muerte no puede haber un verdadero consuelo. Para mi madre el consuelo más grande en medio de su dolor es a través del conocimiento de su fe en el Señor Jesucristo y su regalo de vida eterna.
Como individuos finitos, todos enfrentamos la muerte — y de acuerdo con Hebreos 9:27, después de la muerte viene el juicio. Sin importar si estamos sanos y vivimos a tener 100 años o si enfrentamos la muerte con una enfermedad terminal, hay un final a esta vida para todos los humanos. A la luz del hecho de que todos merecemos el juicio eterno de Dios, ¿dónde se puede encontrar consuelo?
Ayer discutimos como aceptar nuestro pecado en humildad nos trae a la cruz de Cristo para suplicar por Su perdón a través del arrepentimiento verdadero. Por sí solo, lamentar sobre nuestro pecado no trae consuelo. Ese consuelo se encuentra en Jesucristo, la persona a quien le suplicamos. Venimos a Cristo buscando Su perdón y poder sobre el pecado en nuestra vida. Venimos a Él con el deseo de negarnos a nosotros mismos y glorificarlo a Él en nuestras vidas. Venimos a Cristo confiando que Él ya ha vencido la muerte y el pecado por nosotros.
Es por esto que el lamento sobre el pecado no puede ser sólo un tipo de penitencia humana. No podemos hacer nada para salvarnos a nosotros mismos. Sólo a través de la obra ya finalizada por Cristo nuestra lamentación sobre el pecado puede llevarnos al recibimiento de un perdón completo y eterno. El señor no sólo nos perdona, sino que también nos adopta a Su familia.
¿Se siente consolado? La única forma verdadera en la cual puede ser consolado es confiando en el trabajo ya completado por Cristo en la cruz. Él resucitó y es exaltado en victoria ahora mismo. Él tiene todo el poder y la autoridad para perdonar para siempre. Es por esto que el autor de Hebreos escribió “acerquémonos con corazón sincero en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura” (Hebreos 10:22).
La gran idea de hoy: Cristo es nuestra única fuente de consuelo eterno.
Sobre qué orar: Agradécele al Señor por el consuelo que Él ofrece para todos los que vienen a Él en verdadero arrepentimiento y fe.