Steve Ham, ReG - EEUU, analiza por qué todo pecado se encuentra fundamentalmente en contra de nuestro Creador. A la luz de esta verdad, ¿cómo debemos responder?
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. (Mateo 5: 4)
La gran pregunta de hoy: ¿cómo debería reaccionar ante mi pecado?
He visto como mi madre perdió a su esposo y uno de sus hijos. Tal vez el dolor que ocasiona la muerte de un ser querido nunca desaparece en este mundo. Tal vez ella siempre lamentará y estará triste a causa de estas pérdidas. Cuando penas como estas vienen, no creo que usted se sobreponga tan sólo con una palmadita en la espalda y alguien diciéndole: "Ya pasará."
La primera bienaventuranza nos lleva a un lugar de bancarrota espiritual cuando reconocemos la depravación de nuestra condición frente a la luz de un Dios santo. No teniendo ninguna excusa, y sin una manera de salir de esta situación por medio de nuestras propias fuerzas. Lo bueno de estas bienaventuranzas es que Él le puso esperanza a cada una de ellas. La pobreza espiritual conduce a el reino de Dios. El luto espiritual conduce a un confort y tranquilidad eterno. Pero, ¿qué es este llanto?
La vida de el rey David nos da un gran ejemplo. Después de cometer adulterio con Betsabé y tratar de encubrirlo asesinando a su esposo, el pecado de David fue expuesto por Dios a través del profeta Natán. David se sintió devastado por su pecado y le imploró a Dios que tenga misericordia de él.
Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia;
Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.
Lávame más y más de mi maldad,
Y límpiame de mi pecado.
Porque yo reconozco mis rebeliones,
Y mi pecado está siempre delante de mí.
Contra ti, contra ti solo he pecado,
Y he hecho lo malo delante de tus ojos;
Para que seas reconocido justo en tu palabra,
Y tenido por puro en tu juicio. (Salmo 51:1–4)
El primer paso de un verdadero luto es entender nuestra necesidad de dependencia completa en Jesús. No importa contra quién pecamos, nuestro pecado está dirigido en última instancia contra Dios mismo, por lo que debemos suplicarle a Él. Afortunadamente, Dios es misericordioso, y su misericordia no tiene límites y dura para siempre. Él desea tenerle misericordia, y Él espera pacientemente para poder ser misericordioso con usted. ¡Que tal consolación es ésta para los que lloran! Expulse sus preocupaciones y entrégueselas a Dios, porque a Él le importa.
La misericordia de Dios en la Cruz de Cristo es una misericordia total y plena, y su confort es eterno. La cruz es una representación clara de la misericordia y la ira de Dios, pero Cristo recibió en si mismo la ira, y Él concede Su misericordia para con todos los que se arrepienten y confían en Él. Nuestra reacción ante el pecado en nuestra vida debe ser sin duda rogar por su misericordia, la misericordia reconfortante que encontramos en la obra consumada de Cristo.
Gran idea de hoy: El pecado nos debe traer de rodillas ante nuestro Creador, contra quien hemos pecado.
Lo que hay que orar: Confiese su pecado al Señor y esté tranquilo en su misericordia.