Muchas aves de mar (tales como el albatros, el petrel y la pardela)
se quedan meses, y aún años en el mar volando sobre
los océanos sin llegar a ninguna masa de tierra. La pregunta
lógica sería ¿Qué es lo que beben
estas aves marinas mientras vuelan por los océanos?
La respuesta es agua de mar. Entonces nos preguntamos,
¿cómo sobreviven?
El agua de mar tiene una concentración de sal mucho mayor
a la que se encuentra en los líquidos del cuerpo de la mayoría
de los animales, incluyendo a los mamíferos y a las aves;
por consiguiente, cuando el agua de mar es ingerida, provoca un
desequilibrio osmótico en sus cuerpos. Para poder sacar la
sal excesiva de los riñones de los mamíferos, se necesita
ingerir una y media veces más de agua fresca que la de agua
salada. Sin agua fresca, el cuerpo se empieza a deshidratar, y en
la mayoría de casos viene la muerte. Los riñones de
las aves, siendo menos eficientes que los riñones de los
mamíferos,1 necesitan de más agua fresca para sacar
toda el agua salada. Por esto, las aves marinas morirían
si tendrían que depender de sus riñones para mantener
el equilibrio osmótico en su cuerpo.
Las aves marinas tienen sus sistemas propios de desalinización
para poder eliminar el exceso de sal tomado por el agua y la comida
del océano. Éstos consisten de glándulas que
se encuentran en depresiones dentro o arriba de donde están
los ojos. Estas glándulas de sal también son llamadas
glándulas nasales o supraorbitales2, y su función
no fue descubierta hasta 1957-1958 cuando Knut Schmidt-Nielsen y
su equipo encontraron estas glándulas en el Cormoran de doble
cresta. Observaron que excretaba Cloruro de Sodio (NaCl) en un a
solución concentrada.3 Para la mayoría de las aves
marinas, el exceso de sal excretada de la sangre por estas glándulas
atraviesa como una solución concentrada por ductos en la
cavidad nasal y es eliminada en forma líquida desde las fosas
nasales, ya sea por sacudimiento vigoroso de la cabeza del pájaro
o por estornudos forzados.
Junto con las aves, las tortugas marinas (herbívoras y carnívoras),
serpientes marinas, y lagartijas marinas (como por ejemplo la iguana
de las islas Galápagos) también tienen glándulas
de sal que procesan el agua de mar de manera similar a las glándulas
de sal en las aves marinas.12 Algunos evolucionistas creen que las
glándulas han sido heredadas de los ancestros reptiles
de las aves...13 Este enunciado declarativo presupone que
las aves evolucionaron de los reptiles, aunque hay mucha discusión
el día de hoy sobre cuál fue el tipo de reptil que
fue el ancestro de éstas.14 La mayoría de ellos piensan
que han evolucionado de los dinosaurios u otro tipo de reptil terrestre.
Ninguno cree que vinieron de los reptiles marinos. Llegamos a un
acertijo interesante. ¿Cómo llegaron a desarrollarse
estos sistemas tan maravillosos y complejos más de una vez
en animales totalmente diferentes?
La función de estas glándulas es un ejemplo de la
complejidad asombrosa que subraya los procesos fisiológicos
aparentemente simples. La teoría de Darwin calla ante
tal complejidad en fenómenos simples.15 Mientras no se provea
una explicación mecánica para este proceso de eliminación,
los evolucionistas nos hacen creer que las aves simplemente heredaron
las glándulas de sal de sus ancestros reptiles. Si esto aún
fuera cierto, llegaríamos a la pregunta, ¿dónde
obtuvieron estos reptiles tales glándulas? En ningún
lugar de la literatura de aves o reptiles podemos encontrar cómo
se desarrolló por sí solo este sistema de transporte
de sales tan complicado y entretejido. Como lo señala Behe
cuando habla sobre la construcción de un sistema de transporte:
... si un agente inteligente no guía el proceso, no hay forma de obtener una función nueva... el sistema no puede juntar las piezas de partes nuevas o usadas para formar algo... la teoría Darwinista se queda muda ante la complejidad enorme del transporte vesicular. (Las cursivas han sido agregadas.)
Behe continúa:
A lo largo de los años, la revista científica Evolución Molecular ha publicado investigaciones sobre cuestiones del origen de la vida... pero ni siquiera han tomado el reto de explicar el transporte celular. De hecho, ninguna de las investigaciones publicadas en esta revista... ha propuesto un modelo detallado por el cual un sistema bioquímico complejo pudiera ser producido de manera gradual, paso a paso como lo dicta el modelo Darwinista.17
El modelo creacionista para el origen de las glándulas de
sal nos muestra a un Creador inteligente que crea esta clase de
vertebrados completos con todos los sistemas complejos dentro de
sus cuerpos para sobrevivir y adaptarse a su medio amiente, incluyendo
las glándulas mencionadas para eliminar el exceso de sal
de sus cuerpos. Quizá el argumento más grande a favor
del modelo creacionista para el origen de las glándulas de
sal, aparte de la falta de formas transicionales en el récord
fósil, es el del propósito e interdependencia de las
partes.
Dada la complejidad irreducible de la función de las glándulas,
su existencia por diseño no puede ser negada. Esta evidencia
es tan obvia que es un excelente ejemplo de la mano creativa del
Creador de la glándula, del animal, de la Tierra, y del universo
entero.
Y en efecto, pregunta ahora a las bestias, que ellas te enseñarán;
Y a las aves de los cielos, que ellas te lo mostrarán; O
habla a la tierra, que ella te enseñará; Los peces
del mar te lo declararán también. ¿Qué
cosa de todas estas no entiende que la mano de Jehová la
hizo? En su mano está el alma de todo viviente, Y el espíritu
de toda carne humana. Job 12:7-10.
1. Löfgren, Lars. (l984) Ocean Birds: Their Breeding, Biology,
and Behavior, Beckenham,
UK: Croom Helm Ltd., p. 24.
2. Pettingill, O.S., Jr. (l970) Ornithology, Minneapolis,
MN: Burgess Publishing Co., p. 121.
3. Schmidt-Nielsen, J., C. B. Jorgensen, and H. Osaki (l958) Extrarenal
Salt Excretion in Birds, American Jounal of Physiology,
193:101-107.
4. Haley, Delphine, ed. (1984) Seabirds of Eastern North Pacific
and Arctic Waters, Seattle, Washington: Pacific Search Press,
p. 22.
5. Eckert, Roger (1978) Animal Physiology, San Francisco,
CA: W.H. Greeman and Co., p. 422.
6. Ibid., p.421.
7. Welty, J.C. (1979) The Life of Birds, Philadelphia, PA:
Saunders College Publishing, p. 99.
8. Schmidt-Nielsen, K. (1960) The Salt Secreting Gland of
Marine Birds, in Welty, The Life of Birds, (1979) Philadelphia,
PA: Saunders College Publishing, p. 99.
9. Sturkie, P. D. (l986) Avian Physiology, New York, NY:
Spinger-Verlag, p. 373.
10. Shuttleworth, Trevor, Intracellular Ca2+ Signalling in
Secretory Cells, The Journal of Experimental Biology (vol.
200, 1997), p. 303.
11. Schmidt-Nielsen, K (l960) Animal Physiology: Adaptation and
Environment, Englewood Cliffs, NJ: Prentice-Hall, Inc., p. 330.
12. Ibid., p. 328.
13. Brooke, M., and Tim Birkhead (eds.) (1991) The Cambridge
Encyclopedia of Ornithology, Cambridge, U.K.: Cambridge University
Press, p. 125.
14. Gish, Duane (1995) Evolution: The Fossils Still Say No!
El Cajon, CA: Institute for Creation Research, pp. 129, 130.
15. Behe, Michael J. (1996) Darwins Black Box: The Biochemical
Challenge to Evolution, New York: Touchstone, p. 97.
16. Ibid., pp. 112,113, 116.
17. Ibid., pp. 173, 176.